JOSE MATOS MAR Y SU LEGADO HISTÓRICO

JOSE MATOS MAR Y SU LEGADO HISTÓRICO

JOSE MATOS MAR Y SU LEGADO HISTÓRICO

La vida de Matos Mar es la del migrante que anhela conquistar la capital. Pero no es el poblador de barriada, ni el vendedor callejero de baratijas, ni el obrero que por un sol más alarga su jornada diaria. Este serranito, nacido en Coracora, Ayacucho, el 1 de noviembre de 1921, tiene la suerte de educarse y acceder a la universidad –por entonces reservada a blancos y criollos– para completar su educación superior. Pudo asimilar los conocimientos del antropólogo Julio C. Tello, de los historiadores Jorge Basadre y Raúl Porras Barrenechea, y de codearse con otros importantes personajes de la vida nacional.

José Matos conquista Lima. Aunque lo hace a base de arduo trabajo intelectual, con sus teorías sociales, sus argumentaciones en libros publicados. Su gesta empieza en la década de los años 50. Lima era ya un hervidero de gente venida del interior del país que se hacinaban  en tugurios del Casco antiguo o en chabolas próximas al río Rímac, y se extendían por los cuatro puntos cardinales conformando el llamado “cinturón de miseria” que se ajustaba a la ciudad.

Con su agudeza científica, comprobó que Lima sufría una gran transformación social, cultural y política. Lo había vislumbrado ya con la Invasión del cerro San Cosme (1946), las chacras baldías de San Martín de Porres (1950) las pampas de Ciudad de Dios (1954), las laderas de Comas (1956) propiciadas por las oleadas de migrantes agrupados en Asociaciones de Pobladores. En base a sus conocimientos de Antropología y realizando estudios prácticos profundizó en el tema de las organizaciones vecinales nacidas de las Invasiones de tierras en la Urbe, y ello dio nacimiento a su libro “Las barriadas de Lima” (1957)

En 1961 Lima contaba con 1’800,000 habitantes, la mitad de ellos de origen campesino. El crecimiento demográfico de Lima fue vertiginoso en los años siguientes. Miles de provincianos invadieron la capital pasando por encima del orden establecido en la vieja ciudad colonial. Matos  sabía que el origen de este propenso desborde popular provenía de la migración de los provincianos expulsados de sus tierras por el hambre, la pobreza, la desocupación, posteriormente la violencia política. Hizo trabajos de campo. Recogió muestras,  testimonios, fotografió viviendas y gente de Invasiones, que le sirvieron para elaborar su textos, plagados de ejemplos gráficos e importantes datos estadísticos.

En 1964 funda con algunos colegas el Instituto de Estudios Peruanos para mostrar a todos una realidad que El Perú Oficial no quiere ver  –a pesar de ser nítida y palpable– como son las barriadas y pueblos jóvenes del Perú convertidas en fuerzas emergentes de los movimientos populares que vienen removiendo los cimientos del Estado heredado de la República criolla. Sus datos informativos aumentaron en esa década y los años 70 cuando nuevas oleadas de migrantes, la mayoría sin recursos para adquirir un lote urbanizado, dan lugar a las Invasiones de El Ermitaño (1964) Villa El Salvador (1970) y otras en diferentes puntos de la capital.

Su visión antropológica sobre el Perú Contemporáneo se enriquece con sus teorías sobre la migración. Se convierte en un especialista en el tema. En 1984 a través del Instituto de Estudios Peruanos publica el libro: “Desborde popular y crisis del Estado” que por su concepción analítica de la realidad peruana, con meditados enfoques sobre lo social, económico, cultural, político y la misma historia produce una innovación en las Ciencias Sociales y sienta la bases de la Antropología Moderna en el Perú.

Matos dice que “los migrantes forman parte del Perú marginado”. Es evidente, aunque a pesar de esta condición los provincianos se vienen a Lima y desafían normas  y leyes establecidas. El flujo migratorio produce una lucha intercultural, un choque frontal contra el mundo costeño. Los migrantes arremeten, pugnan por abrirse espacios  en el seno de una sociedad regida por valores tradicionales la que en determinados casos emplea la fuerza para impedir que se consuma la invasión a su medio social.

Los incontenibles aluviones de migrantes, fenómeno sin precedentes, rompen los valores históricos de la sociedad receptiva. Pero lo hacen obligados por la necesidad. A falta de trabajo desarrollan el comercio ambulante en calles y plazas públicas. A falta de vivienda invaden terrenos inhabitados para vivir allí con sus familias. A falta de una comunidad, la fundan a partir de su organización poblacional y con un objetivo común: la consecución del techo propio y la creación de un Pueblo donde poder vivir con dignidad.

Los migrantes saben que han llegado a una ciudad que es el reflejo de una sociedad central conservadora y en crisis, donde además del problema de la falta de puestos de trabajo y de viviendas disponibles para la creciente población, sufre los efectos de la inflación, el paro, el déficit interior, la escasez de recursos públicos, como producto de las equivocadas políticas económicas de los gobierno de turno; donde además la inseguridad ciudadana, la violencia civil, la corrupción y el fraude agudizan la crisis económica que sufre el país desde hace años.

Los recién llegados no se desalientan ante un ambiente urbano poco propicio para solucionar los problemas que ya tenían en sus pueblos de origen. Al contrario, ante tal situación, un futuro incierto en un entorno social desconocido, se agrupan y luchan: a partir de sus culturas nativas crean pequeñas fábricas, talleres artesanales y mercadillos donde comercializan toda clase de productos, impulsan la producción, el comercio y los servicios en sectores claves de la economía.

Como resultado de esta intensa actividad los migrantes transforman el núcleo central de la vieja sociedad. Le cambian el rostro a Lima. Y, a partir de este cambio, dan su aporte al desarrollo del país, con la creación de  Comunidades Urbanas de autogestión, con nuevas formas y estilos de vida, el fomento de economías populares y fuentes de comercialización y distribución de productos y servicios, con la fusión y difusión de arte, literatura, música, gastronomía y otros valores culturales hacia la búsqueda de la identidad peruana.

Matos era un hombre apasionado por la creación y desarrollo de las barriadas y asentamientos humanos. Pero ¿cómo surgen estos enclaves poblacionales de la Lima marginal? Vemos que se forman partir de una invasión, donde converge gente recalada en Lima a través de sucesivas migraciones, gente de la costa, sierra y selva con marcados rasgos indios y mestizos, piel de todos los colores y diversas formas de hablar, es decir con la fisonomía expresiva de un país multiracial y multilingue como el nuestro, un país de “todas las sangres”, según Arguedas.

En un medio natural abrupto, donde todo está por hacer, donde no hay más que chozas o casitas rústicas y hace falta agua, luz, asfalto y muchos otros servicios básicos, los pobladores, es lógico, sufren duras condiciones de vida, una penosa realidad social que afrontan con sus escasos recursos.  Ellos son –como dice Ribeyro–, “los héroes de su propia tragedia de estar en el mundo.”

Los habitantes de los llamados Asentamientos Humanos luchan contra la adversidad. A partir del trabajo mancomunado, autoconstruyen sus viviendas familiares, crean sus servicios básicos: Los botiquines Populares nacen como paliativos contra la falta de atención médica sobre todo para los niños que sufren enfermedades. Los Comedores Populares  nacen como una alternativa contra el hambre para la gente sin recursos que podrá comer de una olla común. Los pobladores se preocupan también por fundar Escuelitas primarias donde sus hijos aprenderán a  leer y escribir. Y además, crean Mercadillos donde podrán adquirir e intercambiar productos de uso diario

Es destacable el espíritu de unidad, compañerismo y solidaridad que mueve a estos pobladores en su franca lucha contra el infortunio y la marginación social. Y, como una forma más de integración y desarrollo social, muchas de las genuinas Asociaciones de Pobladores se convierten en Comunidades Urbanas Autogestionarias  y luego en distritos, con niveles de organización más elevados. Un ejemplo: Villa el Salvador que emergió de los arenales y hoy es distrito próspero en el Cono sur. Otro ejemplo: Los Olivos, que surgió de las chacras y se ha convertido en un moderno distrito del Cono Norte.

Matos propone que el Perú debe abrir su propio camino al “socialismo”. Es decir señala un destino final. El Amauta -fallecido el pasado 7 de Agosto- se encargó de abrir una brecha histórica en el Perú Contemporáneo, abrió un sendero, nos dejó sus ideas de cómo construir una unidad nacional que supere los fracasos de la República Criolla y abra las puertas al Perú del siglo XXI. Un pensamiento noble y elevado para quien dijo un día: “No espero nada del Perú Oficial. Sólo espero que el Otro Perú me recuerde” La voluntad del maestro se cumplirá sin duda. El Perú Nuevo que vislumbró sabrá valorar su legado.

Jorge Varas

Barcelona, 21 agosto 2015