JAQUE AL REY
JAQUE AL REY
Como un rayo, en medio de los rebrotes de una epidemia que golpea duramente a la población, la noticia de la salida de España de Juan Carlos I, anunciada por el Palacio de la Zarzuela el 3 de agosto, que en carta dirigida a su hijo Felipe VI comunica su decisión ante la repercusión de “ciertos acontecimientos pasados de mi vida privada”, ha desencadenado un aluvión de comentarios, unos a favor y otros en contra de la figura del Rey emérito.
Sus defensores aducen que se exilia porque está agobiado de la presión mediática, de las duras críticas sobre su persona, que empañan la buena imagen que tiene la corona española en el mundo. Y resaltan su reinado, su firmeza y resolución durante la transición que acabó con el legado de Franco a favor de la vida democrática, su decidida actuación durante el golpe de Estado del 23-Febrero 1981 que liquidó las pretensiones de Tejero y otros que ansiaban la vuelta del franquismo y consolidó la democracia en España.
Sus detractores, en cambio, lo tachan de indigno de la corona, porque se aprovechó de esta prerrogativa para beneficiarse a título personal con cuentas en paraísos fiscales, donativos millonarios a su ex-amante Corinna Larsen (actualmente investigada por la justicia suiza) quién confabuló con Villarejo (ex-jefe de la policía española actualmente en la cárcel) y cuyas escandalosas declaraciones lo han puesto en jaque y prefiere irse del país en vez de quedarse para responder a las acusaciones.
No obstante, el Rey tiene a su favor la actual Constitución, que define su inviolabilidad, protege su responsabilidad civil, ética y política, que no pueden ponerse en tela de juicio, porque es el Jefe de Estado y su conducta es ejemplar. Contra esta consideración el propio Juan Carlos I opinó que “la justicia es igual para todos” lo que implicaría un cambio en la normativa constitucional para igualar a todos los implicados en actos delictivos y poder ser juzgados y condenados conforme a ley.
La popularidad de Juan Carlos I decayó con el caso Noos, que implicó a su hija la Infanta Cristina en actos de corrupción y terminó en juicio e ingreso en prisión de su yerno Iñaki Urdangarin. En 2014 abdicó su corona a favor de su hijo Felipe, aunque la gente dudaba ya de la honradez del hombre que durante 39 años fue la máxima figura del Estado, al que se le respetaba y juraba fidelidad, se le rendía honores y obsequiaba condecoraciones. Su credibilidad tocó suelo cuando su propio hijo dejó de confiar en él y renunció a la oferta de una herencia de procedencia oscura. Y luego, Felipe VI le retiró la asignación presupuestaria que percibía de la Casa del Rey.
Hoy, nadie sabe dónde está el Rey, unos rumores lo sitúan en Portugal y otros en República Dominicana. Entre tanto, mucha gente arremete contra el desaparecido, incluso están solicitando la retirada del nombre de Juan Carlos I de avenidas, calles, universidades y hospitales con el argumento de que es una falta de respeto mantenerlas con el nombre de quién ha tenido un “comportamiento poco ejemplar.” Y, además del retiro de medallas concedidas y otras referencias al anciano Rey de todos los espacios públicos, hay grupos políticos que proponen la celebración de un referéndum para que la gente vote por la continuidad o supresión de la monarquía.
El Ex-monarca cuya azarosa vida empezó con el largo destierro de su familia y el infortunado accidente, cuando tenía 18 años, en que mató a su hermano Alfonso mientras jugaba con una pistola, se ha marchado de España según dijo para “facilitar desde la tranquilidad y el sosiego el ejercicio de las altas funciones de su hijo el Rey Felipe VI” con el compromiso de mantenerse a disposición del ministerio fiscal y probablemente judicial para cualquier actuación suya que se considere oportuna, de volver para declarar cuando las autoridades pertinentes así lo requieran.
Jorge Varas
Barcelona 5 de agosto del 2020