CHARLES BAUDELAIRE: EL GENIO MALDITO

CHARLES BAUDELAIRE

EL GENIO MALDITO
(“Es el diablo quien maneja los hilos que nos mueven”)
En Paris, el 8 de abril de 1821, nace quién sería el icono de la lírica moderna. A los seis años pierde a su padre y luego nunca aceptará que su madre le impusiera a un militar como padrastro. De carácter inconformista y rebelde. Siendo aún adolescente es expulsado del colegio de Luis El Grande donde estudiaba. Decide entonces dedicarse exclusivamente a la literatura. Se lo comunica a su madre –que aspiraba para él un futuro diferente con una profesión respetable y prosperidad económica–, y le pide que no intente disuadirlo porque su decisión está tomada.
Se siente poeta en toda su esencia espiritual, quiere vivir y cantar, dedicarse a escribir y a una vida libre en París. No concibe la vida sin la llama que enciende su pasión, que mueve su cuerpo y alma hacia lo único que le brinda felicidad: la poesía. Empieza por sublevarse consigo mismo, tiene el deseo violento de abrazarlo todo, de escribir lo nunca escrito sobre cosas que salen de sus alma atormentada. Niega todas las corrientes poéticas de su época y se crea un mundo poético propio
A los 21 años tras recibir su parte de la herencia paterna, unos setenta mil francos, se independiza de su madre. Se alquila un estudio –que adecua para sus propósitos–, y se sumerge en el mundo de su fantasía. Escribe sin miedo, con furia y rencor, sobrepasando a las musas que motivan su inspiración. De noche sale a pasear por los bulevares de París, hasta terminar inmerso en cafés literarios y cafetines íntimos del Barrio Latino, Se crea un círculo en torno a él, poeta raro, con mirada lejana y luminosa, siempre ocurrente con los demás hablando de poesía, manifestando que es un poeta que ama y odia a la vez, que tiene el alma torturada por su propio yo pero que sobrelleva con resignada melancolía, que goza con el odio y se glorifica con el desprecio, que es oficiante de las locas voluptuosidades del vino y el opio, que su gemelo poético se llama Edgar Allan Poe cuyas obras completas a traducido del inglés
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Adquiere trajes finos, y se convierte en el dandi impertinente que escandaliza a la sociedad parisina de su tiempo, sobre todo a los representantes de la burguesía y sus poetas trasnochados. Él quiere acabar con toda la cursilería literaria en boga como lo hacen Víctor Hugo, Sainte Beuve o Théophile Gautier, aspira a una poesía franca, pura y dura aunque cause dolor o escandalice al mundo.
En 1857, tras ser rechazado por varios editores que se horrorizaban por el contenido, sale a publicación “Las Flores del Mal”, libro cruel y osado por su originalidad, donde destaca la musicalidad, el verbalismo poético, la imagen precisa. Los poemas fluyen entre asonancias y alteraciones a un ritmo concordante; son concisos y brillantes que captan al espíritu por su intensidad y espontaneidad. Es una poesía fuerte y lógica, reflejo de la poesía moderna.
Libro dividido en seis capítulos, donde expone su visión poética del Ideal, la Rebelión, El Vino, la Muerte y su interpretación de Paris y de las Flores del Mal. En el Ideal, poetiza “Una Idea, una Forma, un Ser/ partido del azul y caído/ en una Estigia cenagosa y plomiza/ donde no penetra ningún ojo del cielo” En El Vino, canta: “Y bajo el firmamento como un dosel suspendido/ se embriaga de los esplendores de su propia virtud” En Cuadros Parisinos, dice “El reloj de acentos fúnebres/ daba brutalmente el mediodía / y el cielo vertía tinieblas/ sobre el triste mundo entumecido. El poeta critica lo malo de Paris y lo considera el centro universal de la tontería humana. Es un nuevo Dante cruzando el infierno terrenal que alimentan la mentira, la hipocresía, la soberbia, la infamia, la traición y otras realidades espantosas del mundo contemporáneo. El poeta, se disfraza de malvado, y con acento lírico, romántico y dramático, denuncia lo que estas “flores” llevan consigo: la concepción del mal y la idea de que son merecedoras de castigo.
Pero el libro, antes de adquirir el éxito, fue denunciado ante la justicia y perseguido por la policía. Sus colegas escritores lo apoyaron, entre ellos Víctor Hugo que lo consideró “un bello libro” Flaubert que sintió indignación por este hecho y Sainte-Beuve, que le redacta unas notas para su defensa. Es sólo un libro de poesía, que los espíritus mediocres denuncian como inmoral y sacrílego, como anteriormente lo hicieron con otros dos libros: “Lesbos” y “Las Negaciones de San Pedro”. En agosto de 1857 se celebra el juicio en el que el poeta se defiende con toda su alma y sus armas literarias aunque no convence al tribunal y al final, junto al editor e impresor de su libro, es acusado de ofensa a la moral política y religiosa y condenado a trescientos francos de multa y a la supresión de seis poesías de su libro que terminó mutilado injustamente por la justicia.
Aquel proceso judicial, escandaloso en su época y que la prensa publicó en pormenores, sin embargo, le dio enorme popularidad a Baudelaire que pronto rehace su libro y publica una nueva edición añadiéndole otros poemas.
El resto de sus libros : “Los poemas en prosa” o “Los paraísos artificiales” (1854), son una copia de su obra mayor, las memorias poéticas de su corazón, un carrusel de fantasías y realidades, museo de fantasmas, de ternuras y obsesiones. En 1860 aparece: “Encantos y torturas de un fumador de opio”. Y en la revista L’artiste publica un estudio sobre Gautier, al considera su maestro literario.
Hacia 1865 empieza a deteriorarse su salud, debido a la sífilis adquirida en su juventud disipada, en sus encuentros amorosos con la mulata Juana Duval, su Venus Negra, divina y bestial, su primera musa surgida de un burdel. En 1866 sufre un ataque de hemiplejia que le deja sin habla. Convaleciente, en su pobreza casera –la fortuna heredada ya la había lapidado–; sobrevive con una pensión de quinientos francos concedida por el gobierno. Su estado de salud empeora, entra en agonía y fallece el 31 de agosto de 1867 a los 46 años. Durante los funerales sus amigos poetas le dieron una merecida despedida, con cánticos, recitales y discursos emotivos junto a su tumba en el cementerio de Montparnase, donde luego se le erige un monumento en su memoria.
La obra de Baudelaire marca una nueva estética e influye en posteriores generaciones de poetas, en Verlaine, Mallarmé, Rimbaud y otros visionarios parnasianos de la poesía francesa y de otros lugares del mundo que reconocen en él al gran poeta de la modernidad, al cantor de las miserias humanas que en vida sufrió calumnias y execración de sus valiosos poemas, al poeta innovador de espíritu simbolista cuyo legado perdura en la historia de la literatura.
Jorge Varas
9 de mayo del 2021