PASEO POR PARIS

PASEO POR PARIS

PASEO POR PARIS

Aterrizar en el Charles de Gaulle, adquirir billete de tren para desplazarse en la ciudad. Llegar a la estación de Denfer-Rochereau y encontrar al poeta Iván. Promesa cumplida, sonrisas y abrazo de bienvenida. Salir de la línea del RER tomada en el aeropuerto y buscar conexiones de trenes entre largos túneles en restauración y confiar en las flechas indicativas para ir al hospedaje. La Estación de Chatelet, Gare du Nord, le Bourget, Por fin, hallar la salida del Metro y luego buen alojamiento en un hotel de Paris, gracias a las amistades.

Tras un baño y breve descanso ir a visitar Le Centre Pompidou y su atractivo diseño fabril, con tubos de colores externos sobre una ancha emplanada, donde la gente lee, juega o reposa. Dentro se exponen colecciones de arte moderno y contemporáneo. Están Picasso, Matisse, Miró. Y en la Biblioteca, ordenadores con información visual y cientos de libros para leer. En un estante Arguedas, Vallejo, Ribeyro y otros clásicos peruanos. Una hojeada a La Casa Verde de Vargas Llosa que sobresale del estante. Mi amigo Iván utiliza su ordenador portátil para ver su correo. Mientras miro la fantástica portada del libro Notra-Dame du Paris, con la imágen del jorobado Quasimodo balanceándose de las campanas y junto a las gárgolas de la catedral esperando el instante para salvar a su Esmeralda.

Más tarde, al pie de La Torre Eiffel, símbolo de París, en la mira de todas las cámaras fotográficas. El Campo de Marte, un verde zanjón con gente que pulula en el fresco estío. ¿Por qué no hacer un pic-nic junto a la Estación de Trocadero?, entre tanto cesa la lluvia que baña los emblemáticos monumentos; un bocadillo y su refresco renuevan los afanes turísticos. La Maison de Víctor Hugo, en una esquina de la Place des Vosges, barrio de Marais, recinto histórico con seguridad sofisticada. Bustos, cuadros, mobiliario casero, indumentaria y otras intimidades del autor de "Los Miserables". Vale una fotografía en los aposentos del padre del romanticismo francés.

Después, un helado por detrás de la alta y blanquecina Sacre Coeur, bajar entre tiendas repletas de souvenirs y topándose con aguateros y retratistas ambulantes. Apetece un café cerca del Parc de la Villette, entre millares de turistas. ¿Ir a cenar al Barrio Latino?, sí, cuando pasas por sus callejuelas los camareros de los restaurantes te llaman para ofrecerte al mejor precio cenas y bebidas de todo tipo. Comer y beber, al fresco de la estrellada noche parisina, compartiendo el instante agradable con un amigo. Por la mañana, salir temprano del hotel y echar a caminar, y detenerse en mitad del Pont de l’Alma, indivisible en Paris para aspirar la brisa del Sena que serpentea abajo. Y evocar fugazmente algún amor inolvidable, una promesa cumplida a un ser querido, una dulce vivencia en Perú. 

Volver a la realidad, ver que llueve. Abrir el paraguas o avanzar sin él, entre jardines y veredas que dan al frontis del Musée du Quai Branly donde un Inca bigotudo y un Conquistador con aire franciscano invitan a la función. Atahualpa era más guapo y rico que Pizarro al que regaló una fortuna por un rescate incumplido. Penumbra en la sala de Exposición, ponerse gafas para ver mejor los textos iluminados. No hacer tomas con flash, caballero, los objetos dentro las vitrinas se pueden deteriorar. Vale. Huacos, vasijas, armas, vestimentas. Perdón señora, no la ví. Al final, la versión francesa de la Conquista difiere de la española y de la peruana. No hay uniformidad en este tema histórico que resulta polémico.

Vuelan las horas y el domingo vamos al encuentro estelar en las Fiestas del Perú. Habla un cónsul trajeado sobre el acto conmemorativo  y tras el protocolo, el mismo poeta Iván Blas, organizador de la Carpa Literaria, presenta a bardos y cantautores con su mejor repertorio. Para mí, invitado de la Asociación Cultural Scorza, es un honor participar. Y luego es agradable celebrar, entre quioscos surtidos de productos y platos típicos peruanos, bebidas y animado baile al son de las orquestas latinas.

Los amigos de la tienda “El Inti”, referente comercial en el seno de Paris, están en la feria con libros, artesanía y otros artículos de marca peruana. Mi libro: "Los Migrantes: El desafío” se vende allí, al lado de La Carpa Literaria que volvió a extender su imágen cultural en el Parc des Lilas en fecha memorable consolidándose como núcleo literario en Paris. Grata experiencia, que revivo en el aeropuerto a través de estas líneas, mientras aguardo mi vuelo de retorno a Barcelona. Hemingway tenía razón. París es una fiesta.

Paris, 15 agosto 2015