T. S. ELIOT: EL POETA DEL NEW CRITICISM (LA NUEVA CRÍTICA)
Nació el 26 de septiembre de 1888 en St. Louis (Missouri-Estados Unidos). Niño precoz, dotado de una gran inteligencia que sumada a una educación esmerada, lo convirtieron en un joven culto, brillante estudiante en Harvard y más tarde cultivador de géneros literarios como la poesía, la narrativa, el ensayo y la crítica literaria.
De sus primeras lecturas, influyó en su concepción de la poesía el Movimiento Simbolista francés, con Baudelaire, Laforgue, Mallarmé, Rimbaud. Ellos le dieron el impulso para emprender una interminable aventura literaria.
En 1914, tras culminar sus estudios universitarios, renunció a un inmejorable futuro de catedrático en Harvard, y decidió dedicarse a la literatura. Era un joven rebelde; desoyó los consejos paternos y se marchó a Europa con el espíritu imbuido por el simbolismo francés. Al igual que Ezra Pound no veía en su país campo fértil para sus proyectos literarios.
Se estableció en Londres, donde encontró un ambiente literario trasnochado, con poetas que se expresaban con estéticas desabridas, utilizando vocablos románticos aletargantes, signos metafóricos repetitivos, que se mantenían apegados a la tradición que les hacía copiar términos literarios de los clásicos anglosajones. Se decepcionó y empezó a escribir punzantes ensayos, como “Prufrock y otras observaciones” (1917) siempre dispuesto a romper con la influencia de las corrientes literarias del pasado.
En 1920 publicó: “El bosque sagrado” desde el que lanzó duras críticas al mismo Shakespeare, al que acusó de padecer de vicios de estilo, de exagerar en su matización de imágenes que en vez de condensar la imaginación la evapora. La tragedia del inmortal dramaturgo dijo es: “un fracaso artístico”. Sus textos escandalizaron a los poetas de salón que versificaban al compás de las ideas decimonónicas proliferantes en la sociedad victoriana.
Con su atrevida pluma desmontó la estética de los dioses que pueblan la historia de la literatura inglesa. En su ensayo: “Hamlet y sus problemas”, desestimó la métrica de Shakespeare que en el siglo XIX se llamaba: “Pentámetro yámbico” y propuso una alternativa a partir de la resolución de los aspectos formales de la estética poética, con puntuaciones técnicas y sin repetir ni exagerar en el uso de las mismas palabras, como lo hicieron también Milton, Jhon Donne, Andrew Marvell. Con sentido crítico consideró necesario hallar una forma poética apropiada al tiempo en que se vivía.
En 1922 publicó: “La tierra baldía”, que lo colocó a la cabeza de la vanguardia poética del siglo XX. Aquí sentó las líneas maestras de su sistema crítico, pedagógico y activo, basado en una lectura muy ligada al texto. Criticar es comparar y para esto es necesario conocer lo que se critica. Por ejemplo cuando se escribe un poema o una novela hay que pensar detenidamente lo que se escribe y buscar las palabras adecuadas para darle forma, tonalidad, belleza estética. Y ser crítico con uno mismo, reflexionar y considerar que si no se está haciendo buena literatura es mejor retomar el texto para pulirlo con las técnicas y herramientas literarias de la que se dispone.
Eliot, a la par de sus actividades literarias, trabajaba como administrador en una oficina del Lloyd’s Bank, el que dejó en 1925 para ingresar en la Faber & Faber como editor de la colección de poesía donde crearía uno de los catálogos más sensacionales de la época. Sus amigos del mundillo literario, le apodaban “El Papa de Rusell Square” por su jerarquía como escritor y editor y con referencia a la plaza donde se hallaba el local de la editorial. En 1927 adquirió la ciudadanía británica y se convirtió al anglicanismo. En 1930 publicó: “Miércoles de ceniza” donde intentó hallar una voz más conveniente y de mejor estructura en la forma a partir de su visión poética.
Poseedor de una vasta cultura, minimizó la autoridad y el legado de los grandes poetas ingleses y provocó encendidas polémicas con los vates conservadores que se aferraban a las añejas escuelas literarias. Su propuesta estética representó una ruptura con el pasado, y al final, con gran manejo de la crítica, su herramienta literaria y política, se impuso y desarrolló su proyecto renovador de la literatura. Hizo justicia así a Oscar Wilde, también escritor y esteta que intentó hacer lo mismo pero sucumbió ante el poderío de la sociedad victoriana. A partir de 1930 Eliot ejerció una absoluta autoridad en la literatura anglosajona. Se convirtió en el crítico más potente, el máximo exponente de los principios literarios, sobre todo de tipo formalista, basados en el “New Criticism”, (Nueva crítica) corriente que se volvió dominante en la crítica inglesa.
En 1933 retornó a Estados Unidos de manera triunfal, como escritor reconocido a nivel internacional. Fue invitado a dar conferencias en la universidad de Harvard, donde se formó como estudiante y en donde 15 años atrás dejó plaza vacante de profesor de filosofía para ir tras su “sueño literario europeo” que cristalizó con éxito. En 1933 publicó el ensayo: “Función de la poesía, función de la crítica” donde analizó el pensamiento crítico expuesto por escritores de diversas épocas.
En 1935 publicó su obra de teatro: “Asesinato en la catedral”, basada en la historia de un mártir religioso y que fue representada en la catedral de Canterbury. En 1939 publicó otra pieza teatral: “La reunión familiar. Escribió también versos corales para la obra teatral “La roca” y durante un tiempo centró su interés en el teatro donde desarrolló voces dramáticas que le servirían para otras obras literarias.
En 1943 publicó: “Los cuatro cuartetos” donde consiguió juntar experiencia, sentimiento y pensamiento, bosquejar vivencias propias, gimnasia espiritual, devaneo filosófico, crónicas familiares, sociales y políticas, a través de un mecanismo intelectual muy suyo, donde imaginación, espiritualidad y contemplación se equilibran a través de una asociación de la sensibilidad. Hizo un estudio que oscilaba entre dos polos: en uno la pugna con la obra de Shakespeare, Milton, Yeats y su censura a los románticos ingleses y en el otro polo la influencia de los simbolistas franceses, su defensa a los poetas metafísicos y el reconocimiento a Dante Alighieri. Habló de Christopher Marlowe, considerado por algunos críticos como el padre de la tragedia, creador del verso blanco (verso contado con una métrica regular pero sin rima), el mayor poeta inglés en vez de Shakespeare y que hubiera perdurado así de no haber muerto tan joven, asesinado tal vez por la mano ejecutora de algún sicario de la corte isabelina. Escribió también sobre William Blake, poeta excéntrico que se vio impelido a inventarse una filosofía y una poesía para dar con la forma estética acorde con su imaginería y hacer más técnicamente admirables sus versos que componían largos poemas a veces distantes de este mundo.
En 1944, en plena segunda guerra mundial escribió el ensayo: “¿Qué es un clásico?”, donde reivindicó a Virgilio al que tildó de único poeta clásico.
Tras separarse de su esposa Vivienne, se recluyó en una parroquia para clérigos de la iglesia anglicana de la que formaba parte. Allí vivió hasta 1946 en que se mudó a un piso compartido con un amigo. En 1948 la academia sueca le concedió el Premio Nóbel de Literatura. En 1950 publicó: “Lo que Dante significa para mí” donde resaltó la métrica que utilizó el poeta florentino para la creación de La Divina Comedia. Y en 1951 publicó el ensayo: “Poesía y drama” donde comentó un pasaje de Hamlet con un trasfondo de disculpa al personaje de Shakespeare. En 1957 se casó con Valerie, que era su secretaria, quién la acompañaría hasta su muerte.
T.S. Eliot como poeta y crítico literario es uno de los más importantes del siglo XX. Y la influencia de su obra es universal. Poetas como Luis Cernuda, José Angel Valente, Octavio Paz y muchos otros recogieron su rico legado. Son esenciales sus apreciaciones estéticas y su latente preocupación por la poesía, que no decaiga ni sea reemplazada por el marketing publicitario, porque se mantenga y con un lenguaje de calidad ya que es la fuente musical del alma. El poeta falleció el 4 de enero de 1965, en Londres, dejando su estela de maestro y guía de la modernidad literaria.
Jorge Varas
7 de noviembre 2021