Al ponerse la luz sangrienta del sol
me toca la nostalgia y evoco mi cuna
desciendo por la mítica ladera del ayer
y mi alma revive sus puntos terrenales.
El sembrío desolado sobre honda riqueza
acorazada por la naturaleza desde la Creación.
Un día emigré a una ciudad de locos abrasados.
Oh! Ilusión vertida en triste tugurio.
Mis esperanzas lidiaron fabril humillación.
Viviendo entre pobres, fui diligente protector
de lote baldío tomado por necesidad.
Sufrí después por veredas ambulantes
desalojos y penas de trabajador sin trabajo.
Con fuerza de voluntad suspiré entonces:
un futuro mejor alcanzaré algún día.
Lima enero 1990