CAE EL MURO DE LA VERGUEZA
El extenso muro de unos 10 kilómetros de largo por 3 metros de alto resguardado con alambres que separa a los ricos de La Molina de los pobres de Villa María del Triunfo ha empezado a caer, por disposición del Tribunal Constitucional al considerarlo ilegal y discriminatorio.
CAE EL MURO DE LA VERGUEZA
El extenso muro de unos 10 kilómetros de largo por 3 metros de alto resguardado con alambres que separa a los ricos de La Molina de los pobres de Villa María del Triunfo ha empezado a caer, por disposición del Tribunal Constitucional al considerarlo ilegal y discriminatorio.
Construido a partir de 1980 por iniciativa de la Iglesia Católica y los pobladores de La Molina con el fin de demarcar su propiedad privada y mantener seguridad en sus residencias el cerco fue creciendo (como en “Redoble por Rancas” la novela de Manuel Scorza) deslizándose como una serpiente cerro abajo y cerro arriba dividiendo esta extensa zona de Lima en dos partes. Por un lado la gente de La Molina, Las Casuarinas y otras urbanizaciones residenciales pertenecientes a la clase media y alta urbana y por el otro lado los pobladores de Pamplona y otras barriadas e invasiones propios de las clase pobres y necesitadas que en su mayoría son migrantes del interior del país.
El muro se terminó de construir en toda su extensión en 2012 y se convirtió en el símbolo de una sociedad clasista y racista. Un muro, que hace recordar al del extinto muro de Berlín, que separa a los que viven tranquilos, en comodidad y en lujosas casas, con los que sobreviven en las laderas de los cerros en casitas de adobe y esteras.
Por culpa del muro, la gente de Pamplona Alta y otros barrios de Villa María que sale a trabajar a Ate, Santa Anita y otras zonas próximas debe transitar varios kilómetros en busca de uno de los dos cruces que les permita pasar al otro lado y llegar a sus trabajos y otros destinos después de más de una hora de caminata.
El muro limeño es sólo un reflejo de la desigualdad social en América Latina donde sólo el 1 por ciento es rico y el 99 por cientos son pobres. Esta afrenta contra la dignidad humana, por suerte ha empezado a caer, a pedazos y triturada por los picos de trabajadores municipales. Aunque las autoridades de la Molina se resistan y pidan ampliación de 180 días al Tribunal Constitucional para terminar de destruir la pica, el muro en su totalidad debe caer y terminar así con esta muestra de discriminación social que en pleno siglo XXI resulta vergonzoso para nuestro país.
Jorge Varas
Barcelona 8 setiembre 2023