CESAR VALLEJO Y ESPAÑA
(En el 129 aniversario de nacimiento del poeta peruano)
Vallejo llegó por primera vez a España hacia el año 1925 a raíz de una beca de estudios que se extinguió dos años después. Volvió el año 1931, al ser expulsado por el gobierno francés por repartir propaganda de tipo comunista. En Madrid se afilió al partido comunista español, al sentirse identificado con el programa de esta facción política. Y entabló relación con intelectuales de la época que se identifican con la República recién instaurada como Antonio Machado, Garcia Lorca, Rafael Alberti.
Con el apoyo de Juan Larrea y Gerardo Diego, publicó la segunda edición de Trilce, libro que llamó la atención de la crítica europea por estar escrito en un lenguaje original que expresaba una construcción de nuevas formas poéticas, con un acento coloquial y extraordinario. En 1932 el poeta pudo retornar a Paris al ser levantada la restricción de ingreso a territorio francés.
El poeta volvió otra vez a España a estallar la guerra civil. Hacia 1936 va al Frente de Madrid, y apoya a los grupos de milicianos y de las brigadas internacionales que combaten en primera línea. Intervino activamente en defensa de la República, con su palabra y su acción. Se convirtió en heraldo literario y político de la resistencia contra el franquismo. Era un poeta revolucionario y su lectura estaba prohibida en una sociedad influenciada por el fascismo. Sus escritos son como arengas a los milicianos, realza la epopeya de sus luchas, con acentos casi bíblicos describe el sacrificio de los combatientes proletarios; da por victoriosa la causa de la República y piensa que al final se instalará en España un nuevo sistema político y social.
Se identificó con las luchas del pueblo español, motivado por la relación histórica de España con su país de procedencia, expresado en la influencia de la lengua y otros lazos culturales, y sobre todo por el sentimiento de solidaridad con los que sufren, cualidad innata del poeta. Se solidarizó con un pueblo sumido en una encarnizada guerra fratricida, que se desangraba y destruía todos sus valores humanos. Esta fuerza emocional, y todo lo que percibió durante la guerra: los bombardeos, los cadáveres diseminados por la calle, los gritos de dolor de los heridos, lo motivaron hondamente para escribir poemas referentes a la guerra civil española. Poemas que serían recogidos en su libro póstumo.
“España aparta de mí este cáliz”, es un libro profético, donde se vislumbra el sacrificio del poeta, que asimila su espíritu al del pueblo español y no duda en entregarse en cuerpo y alma, en ofrendar su vida, desde la palabra, por España y el advenimiento de un nuevo orden social. Libro creado como una secuencia paralela a la guerra. La épica de la guerra trasciende del tiempo en que se desarrolla. Los poemas, en su lenguaje coloquial, son como himnos mítico religioso. Los combatientes son como pequeños cristos que se inmolan por la madre (España) que está herida de muerte. El poeta hace suyo el ámbito y discurso popular, los concatena y transforma en mural artístico.
En julio de 1937 volvió a España y asistió al Congreso Internacional de Escritores Antifascistas, en Valencia. Un Congreso de tipo cultural, donde se resaltó los valores de la libertad, la cultura y la resistencia al franquismo. Se elaboraron manifiestos, se dieron charlas e hicieron llamamientos para detener el avance de los franquistas. Se destacó la ponencia de los escritores que apostaban por una literatura de calidad, comprometida con la guerra y la revolución pero desde la más absoluta independencia estética.
Este Congreso que tenía delante la guerra y la amenaza del franquismo, se celebró también en Madrid, Barcelona y se clausuró en Paris. En el intervinieron más de un centenar de escritores antifascistas de todo el mundo, como Miguel Hernández, Manuel Machado, Manuel Altolaguirre y otros poetas españoles republicanos, así como Andre Malraux, Tristan Tzara, Bertold Brecht, y otros escritores foráneos que expresaron su solidaridad con la república española. Fue un acto de oposición intelectual a la barbarie fascista, que tuvo un importante significado histórico.
Vallejo intervino en este Congreso como delegado de Perú con un discurso sobre el papel del intelectual de la época que no debía permanecer ajeno, mudo, en su tiempo histórico ante el drama del pueblo español sino que debía comprometerse con su palabra y su acción. Se identificó tanto con España que al volver a Paris formó un comité de apoyo a la república española y la tuvo presente hasta en su agonía. Sus últimas palabras fueron: “España…me voy a España”.
Jorge Varas – Barcelona 16 marzo 2021