COMERCIO AMBULANTE: UNA REALIDAD CRECIENTE

  COMERCIO AMBULANTE: UNA REALIDAD CRECIENTE 

El comercio ambulante es una realidad creciente en todo el mundo. Millones de personas vienen desarrollando esta actividad  como una salida a la crisis que afrontan sus sociedades trastocadas por desequilibrios económicos. En una época donde la globalización marca la pauta en las proyecciones económicas, el comercio ambulante desempeña un papel fundamental en el sostenimiento de los hogares afectados por el desempleo y la pobreza.


  COMERCIO AMBULANTE: UNA REALIDAD CRECIENTE 

El comercio ambulante es una realidad creciente en todo el mundo. Millones de personas vienen desarrollando esta actividad  como una salida a la crisis que afrontan sus sociedades trastocadas por desequilibrios económicos. En una época donde la globalización marca la pauta en las proyecciones económicas, el comercio ambulante desempeña un papel fundamental en el sostenimiento de los hogares afectados por el desempleo y la pobreza.

De Lima a Paris, de Roma a New York, de Calcuta a Ciudad de México, se muestra, en diversas magnitudes, mercadillos, paradas, quioscos y carretillas, con todo tipo de productos al por menor de fácil acceso al consumidor de a pie. Es una vía rápida de provisión para mucha gente, aunque por los precios con que los ofertan se acuse a los pequeños comerciantes de entrar en desigual competencia con los propietarios de grandes superficies y tiendas comerciales

En América Latina, se dice que el comercio ambulante forma parte de la llamada “economía informal”, mal vista por las autoridades que lo repelen, a pesar de que cumple un importante rol de variable económica, con un alto porcentaje, en la conformación del Producto Interior Bruto. El término “informal” tampoco está relacionado con las personas organizadas en asociaciones o sindicatos que han hecho del comercio ambulante una profesión para sacar adelante a sus familias.

En España se le enmarca dentro la denominada “economía sumergida”, fuera del contexto legal, y a pesar de que su realización también contribuye al mantenimiento de diversos sectores de la sociedad, favorece a numerosos grupos de consumidores y constituye una salida para miles de personas -registradas o no en el INEM- que han  perdido su empleo como consecuencia del estallido de la burbuja crediticia e inmobiliaria  y los efectos de los últimos ajustes estructurales auspiciados por el gobierno de Zapatero.

Precisamente en Madrid, el gobierno autonómico, encabezado por Esperanza Aguirre, fiel a la directiva del Parlamento Europeo, proyecta sacar a subasta los miles de puestos que desde hace años y de manera legal vienen ocupando los pequeños comerciantes en diversas zonas de la capital y aún más propugna el recorte del período de duración de las licencias para vender en los mercadillos de 15 a 5 años, una medida que provocará la arremetida de los grupos de poder económico por adquirir la mayor cantidad de puestos posible para venderlos al mejor postor.

El gobierno local debería atender el clamor de los miles de comerciantes ambulantes, profesionales de los mercadillos, que temen ser expulsados si se modifica la Ley 5/2010 de Medidas Fiscales para el Fomento de la Economía basada en la Ley 1/1997 reguladora de la Venta Ambulante, a favor de los intereses de los agentes del neo-capitalismo, los especuladores que buscan el lucro a costa de los puestos de trabajo de personas que a diario luchan por conseguir el pan para llevar a sus familias. Sería una disposición injusta que agudizaría la desigualdad económica y social patentes en la actual sociedad española.

 

Barcelona, 30 abril 2011