DE LA UTOPIA SOCIALISTA AL NACIONALISMO PROMETEDOR

DE LA UTOPIA SOCIALISTA AL NACIONALISMO PROMETEDOR

 

La victoria de Gana Peru, fuerza polìtica que aglutina a numerosos grupos políticos, entre los tradicionales de izquierda y las  facciones emergentes de amplios sectores  de la población sobre todo la marginada que vive en los barrios costeños y se extiende por las capas poblacionales de la Sierra y Selva peruana, significa un acontecimiento político de trascendencia histórica en el Perú.

DE LA UTOPIA SOCIALISTA AL NACIONALISMO PROMETEDOR

 

La victoria de Gana Peru, fuerza polìtica que aglutina a numerosos grupos políticos, entre los tradicionales de izquierda y las  facciones emergentes de amplios sectores  de la población sobre todo la marginada que vive en los barrios costeños y se extiende por las capas poblacionales de la Sierra y Selva peruana, significa un acontecimiento político de trascendencia histórica en el Perú.

Muchos pensaban que la Izquierda Peruana estaba muerta tras la catástrofe, ocasionada por la violenta confrontación bélica entre senderistas y grupos paramilitares avalados de manera ilícita por los gobiernos consecutivos de Alan García y Alberto Fujimori, que sacudió el país y ocasionaron centenares de miles de muertos y desaparecidos. Los cabecillas de esta incruenta guerra, entre ellos Abimael Guzmán ex- líder de Sendero Luminoso, el mismo Fujimori y su asesor Vladimiro Montesinos, están en prisión, pagando largas condenas no sólo por ser los autores intelectuales de crímenes contra la humanidad sino además por  estar ligados al narcotráfico y la corrupción. El único que goza de plena libertad, a pesar de ser también responsable directo de genocidios en los penales de Lima y asesinatos de campesinos en Bagua, es el orondo ex-presidente Alan García.

La actual coyuntura social y política ha favorecido la irrupción de la corriente nacionalista, amparado en la propuesta histórica de que el Perú como nación se construye desde adentro, con la integración de todas las fuerzas de la Costa, Sierra y Selva. El nacionalismo, como elemento ideológico político, no debe ser conservador sino transformador aunque dista de la ideología socialista que es más social, más “revolucionaria”.

Las fuerzas autónomas campesinas ya tienen presencia en la política nacional y confluyen todas ante la oportunidad de resolver su histórica problemática. El conocimiento de la realidad es fundamental para culminar el proceso de transformación de nuestro país que desde hace años gravita hacia el desarrollo capitalista impuesto desde el exterior y que ha favorecido al auge de las economías de las regiones de la Costa.

La integración de un frente formado por nacionalistas y socialistas es un hecho político que deviene de una larga lucha social por la reivindicación de las clases trabajadoras del campo y la ciudad, de los obreros, de los campesinos, de los trabajadores ambulantes. La toma del poder ha sido limpia, democrática, sin ninguna violencia, solo bastó el voto sincero y preciso. Y esto ya ha suscitado conciencia y sentimiento, fuerza y motivación en amplios sectores de la población para seguir luchando por el desarrollo de nuestro país.

El triunfo de la Izquierda política renueva el compromiso de aquellos dirigentes que durante décadas pugnaron por extender su discurso, a lo largo y ancho del país. Desde principios del siglo XX, influenciados por las propuestas pro-rusas y pro-chinas que se convirtieron en dogma y no fructificaron en el corazón y la mente de los peruanos, pasando por el legado de José Carlos Mariátegui que sí trascendió y estableció las bases del pensamiento socialista en el Perú.

Ollanta Humala, apoyado por grupos mayoritarios de la izquierda comunista y socialista, tras superar su etapa inicial de etno cacerista  y convertido en líder del partido nacionalista y de toda la Izquierda peruana asume ahora el reto, de culminar el proceso de liberación de nuestro país mediante el establecimiento de su identidad nacional y la consiguiente transformación de la sociedad, desde las mismas bases, para efectivizar la consabida propuesta de la“inclusión social” que implicaría una inédita forma de hacer política en el país.

El electo presidente y su equipo económico tendrán que bregar por la elevación del nivel de vida de la población que está condicionada a una mejora de la  redistribución de la renta y la riqueza generada en los sectores de producción, comercio y servicios, a la reducción del desempleo mediante la creación de puestos de trabajo y que redundará en un aumento paulatino de los sueldos y salarios. Estos objetivos económicos implicarán también políticas tendentes a mantener la estabilidad de los precios y corregir el desequilibrio de la balanza de pagos.

A Ollanta Humala le espera la difícil tarea de hacer realidad sus promesas, de impulsar el crecimiento económico, de consolidar su gobierno de concertación nacional, de hacer respetar las libertades civiles en un país como el nuestro todavía abrumado por la pobreza y los conflictos sociales sobre todo en las zonas rurales donde la explotación minera, a cargo de las empresas extranjeras, se beneficia a costa del deterioro del hábitat de las comunidades indígenas. La lucha contra la corrupción y el narcotráfico serán también sus objetivos prioritarios y todos esperamos que así sea por el bien de nuestro país.

  

Barcelona, 22 de Julio 2011