LOS CAYNAS
LOS CAYNAS
“Los Caynas”, cuento del renombrado César Vallejo, está inmerso en la ciencia ficción. Su argumento se desarrolla con presupuestos científicos: la teoría de Darwin, la ascensión del mono a hombre, el controvertido papel del hombre que no ha superado su etapa de mono, y la descensión del hombre a su originario estado de mono. Vallejo sopesa la teoría científica, y encuadra su relato, con secuencias fantásticas, en este género literario. Es la creación de un escritor que bordeando los lindes de la física y la ciencia en general, confluye al hombre con el mono, en círculos gravitatorios, diferenciándolos con sutil precisión, mediante su personalizada literatura coloquial.
En el pueblo de Cayna todos los pobladores se sienten y actúan como monos, y consideran locos a los que se creen y actúan como hombres. Para ellos los hombres son la contrapartida a la razón que los asiste, a simple vista una absurda locura. Pero en un mundo de monos, la fuerte imposición de los antropoides relega al hombre al triste papel de loco. El escritor, actúa como testigo y transmisor de la historia e insinúa con melografías verbales que en Cayna, donde no llegan los avances de la ciencia, el hombre permanece en los dominios de una especie animal en transición, aún no ha evolucionado a partir de la aplicación de la teoría darwiniana.
Vallejo emplea en este relato frases y palabras extraídas de varios de sus poemas, entre ellos: “El alma que sufrió de ser su cuerpo”. Versos en los que el poeta expone el sufrimiento del hombre que percibe la trascendental influencia de su directo ascendiente: el mono. Parte de la teoría de la evolución de las especies, igualando a estos dos seres que, en convivencia existencial, comen, lloran y mueren, causándole una sensación de agobio. Lo puntualiza, al ver reflejado en el hombre, a pesar de su forma humana, a un patético mono. Dice: “desgraciado mono/ jovencito de Darwin…” Tras ridiculizar al hombre que no ha dejado atrás su edad primigenia de animal, lo emparenta con éste en todo, hasta en el nacimiento. Ambos se parecen biológicamente y hasta se comportan como tales. Por ello, no es de extrañar que al hombre le salga del alma, a veces y sin quererlo, al mono ancestral que lleva dentro. Esta actitud del hombre causa lástima en el poeta, que dice: “¡Pobre mono!… ¡Dame la pata!…No, la mano. He dicho.”
En “Los Caynas” el narrador X (no sabemos su nombre) es un orate residente de un asilo que en momentos de lucidez cuenta a los visitantes del centro la historia de Luis Urquizo, un habitante de Cayna que por desgracia está desequilibrado ya que bebe y ríe con estrépito comparando su caballo alazán con una mosca estacionada en la superficie inferior de una viga casera. Es un hombre que siempre ve las cosas al revés. Es su visión gravitacional dentro su estado demencial. (En Trilce, poema XII ya encontramos el verso: “esas posaderas sentadas para arriba”. O en el poema XII: “¿Qué dice ahora Newton?”. El poeta ve con una óptica similar la inversión, dentro su propio campo gravitacional, de un cuerpo suspendido en un punto por efecto de otra fuerza indeterminada.
La demencia de Luis Urquizo, a falta de curación, se agrava con el tiempo. Anda perdido y a salto de mata. Un día se tropieza con X, que viene a ser un lejano pariente suyo, y protesta por el golpe que recibe en el brazo: “¿Está usted loco?”. La ocurrencia del alienado hace reír a X que se pregunta si sería éste un acto de conciencia. Lo duda, aunque las palabras del delirante Urquizo le hacen cavilar. Por fin decide no dar importancia al asunto y sigue su camino.
Al personaje central, X –cuya voz por momentos se unifica con el yo del escritor de la historia–, pronto le llega la noticia de que todos los parientes de Urquizo están locos de remate. Se creen monos y viven como tales. Ante tal situación, X es invitado por su madre para ir a ver a sus parientes alocados. Pero, al llegar a la casa, la madre de Urquizo los recibe con ademanes simiescos. Los gestos grotescos de esta mujer causan miedo en la madre de X que pide a su hijo abandonar de inmediato el lugar.
A continuación X salta sobre un largo intervalo de tiempo. Después de veintitrés años, tras haber seguido estudios en Lima, vuelve a Cayna, pueblito olvidado entre las cordilleras andinas, para ver a su familia. Se dirige a la casa familiar, pero allí le espera una desagradable sorpresa. Encuentra a su padre convertido en mono. Es un ser irreconocible, terrorífico. Le cuesta creer que esto sea verdad. Más luego comprueba con horror que además de su padre toda su familia está loca. No puede soportar aquella visión y sale huyendo de la casa. Anda por el pueblo, de calles desiertas y aspecto fantasmal, y de pronto, por algún indicio de la gente, se da cuenta de que el pueblo entero está loco.
X, con el corazón transido, retorna a su casa para ver a su madre y al resto de su familia. Aún no puede creer que aquello sea cierto. Reflexiona sobre un posible retroceso humano en el caso de su familia. Pero se le aparece otra vez su padre seguido de sombras grotescas que chillan como chimpancés.
X no puede más, y desesperado le dice a su ascendiente:
– ¡Padre mío! ¡Recuerda que soy tu hijo! ¡Tú no estás enfermo!… ¡Todos nosotros somos hombres!
Pero su padre lanza una carcajada:
– ¡Pobre! Se cree hombre. Está loco.
X, presa del pánico, echa a correr hacia la calle. A sus espaldas oye voces que dicen:
– ¡Pobre!… ¡Está completamente loco!
En este punto, X, detiene el hilo de su narración, suspira y dice con tristeza:
–Y aquí me tienen ustedes, loco.
En este instante, vuelve a intervenir la voz del escritor, dando a entender que los oyentes del “loco narrador” se quedan asombrados, intentando dar crédito a lo que han oído. Y, finaliza su cuento describiendo la aparición de un empleado de la casa que se acerca a X y se ofrece a llevarle a su celda. El orate acepta, y pronto él junto a su enfermero se pierde entre las paredes del asilo.
César Vallejo, además de poeta genial, era un extraordinario narrador de cuentos e historias noveladas. “Los Caynas” impacta a los lectores, por la pesadilla que vive el narrador implicado en la tragedia de su propia familia y comunidad con secuencias alucinantes y traumáticas que rayan en la ciencia ficción, género literario que nuestro escritor cultivó paralelo a la poesía y que añade un mérito más a su ya consagrado reconocimiento universal.
Barcelona, 8 de setiembre de 2013