LA TUMBA BLANCA DE CESAR VALLEJO
LA TUMBA BLANCA DE CESAR VALLEJO
La tumba donde yacen los restos de César Abraham Vallejo Mendoza (Santiago de Chuco 1892 – Paris 1938) es una de las más buscadas por los turistas y visitantes que merodean por los largos y ventilados pasillos del cementerio de Montparnase, ubicado en el corazón de la ciudad luz, en una zona poblada de áreas verdes y boulevares tradicionales por donde antaño anduvo el poeta.
Los administradores del camposanto, se sorprenden de la afluencia de gente que a diario, sobre todo en verano, ingresan a las oficinas para preguntar dónde, en qué pabellón está ubicada la tumba del gran vate.
– ¿Qué tenía ese hombre que tanta gente lo visita? –preguntó en castellano aunque con su marcado acento francés una empleada del local a un paisano nuestro que repasaba el croquis para visualizar y memorizar el punto donde está el sepulcro del gran peruano.
–Era uno de los grandes poetas que ha tenido la humanidad –repuso el turista peruano con una muestra de orgullo. Y añadió convincente: -Simplemente un genio de la poesía.
Sin duda, Vallejo era un poeta genial. Con sus libros: “Los Heraldos Negros” (1919) y “Trilce” (1922) irrumpió en la historia de la poesía peruana con una amalgama de versos con tintes rurales, sacrosantos y a la vez metafísicos, casi difíciles de entender. Luego, con “Poemas Humanos” (1939) y “España, aparta de mí este cáliz” (1939) profundizó su canto por el Hombre y su continuo y lacerante sufrimiento, de una manera lastimera, descarnada, impresionante. Valiéndose de una retórica original, en fondo y forma, que resumía a la vez tiempo y espacio, tesis y antítesis, amor, nostalgia y soledad, potenciaría la fuerza de su verbo, sin olvidar sus orígenes ni sus referencias bíblicas, filosóficas y telúricas, y su mensaje se expandiría por el mundo hasta hacerse universal.
El poeta se marchó del Perú a los treinta años. Emigró a Francia, porque en el país que lo vió nacer no encontraba oportunidades para ejercer su labor como docente a la que se dedicaba para ganarse el pan, ni ámbito cultural adecuado para desarrollar su vena poética. Había sido blanco de críticas por intelectuales que no entendían su poesía, había sido acusado de incendiario y encarcelado en una prisión de Trujillo. Se marchó de su "Perú del mundo. Y Perú al pie del orbe…", después de ser despedido, de manera injusta, del colegio Nacional Guadalupe, en 1923
Vallejo quería tanto al Perú que durante su estancia en París lo nombraba de continuo. Y hasta se le ocurrió representarlo, como escritor, proponiéndose el nombre significativo de César Perú como autor de sus próximos libros, a la manera del apellido del también escritor Anatole France, aunque luego descartó la idea y continuó publicando textos literarios con su verdadero nombre, hasta su muerte de manera prematura a causa de una rara enfermedad “Me moriré en París con aguacero/ un día del cual tengo ya el recuerdo…”, como lo pronosticaría a través de un poema.
La tumba de Vallejo, se nota blanca y conservada en medio de otras ennegrecidas por el tiempo, siempre adornada con ramos de flores, camisetas con logotipos peruanos, papelitos con mensajes y otras dedicatorias al poeta. A diferencia de las tumbas de otros personajes famosos de la literatura, que también reposan en el amplio camposanto, como la de Julio Cortázar, Jean Paul Sartre y del mismo Charles Baudelaire, que están desiertas, resecas, casi olvidadas.
Esto demuestra, de modo palpable, que el poeta César Vallejo pervive en el corazón y la memoria de miles de personas de diversas nacionalidades, incluyendo a los peruanos residentes en Paris y otras ciudades de Europa, Asia y América, que suelen hacer un alto en sus recorridos y ocupaciones para ir a conocer la tumba donde está enterrado nuestro ilustre compatriota.
Barcelona, 20 de Julio 2012