MANUEL SCORZA EN EL TIEMPO

MANUEL SCORZA EN EL TIEMPO

MANUEL SCORZA EN EL TIEMPO

En el epílogo de “Redoble por Roncas”, escrito en París y fechado el 24 de junio de 1983, Manuel Scorza denomina “combatientes” a los senderistas, y “guerra civil” a lo que entonces acontecía en Perú. Al respecto, si los llamaba “combatientes” era simplemente porque “combatían” por el motivo que fuere. Y con el término “guerra civil” se refería a los hechos sangrientos que sucedían en nuestro país. Es obvio que el escritor no estaba de acuerdo con el accionar de los senderistas. Su ideología política era diferente, apostaba por una revolución democrática en Perú a partir de la unión de obreros, campesinos y estudiantes, de ahí su militancia en el FOCEP.

A Manuel, un hombre noble, jovial, carismático, amante de su familia y afectuoso con sus amigos, que amaba la vida en toda su plenitud y la libertad ligada a una vida digna para su Pueblo, le dolía la muerte y desaparición de sus compatriotas durante los enfrentamientos de los grupos armados en su lejano y querido país

Él estaba comprometido con el sector de los campesinos a los que alentaba para que mejorasen su organización y capacidad de lucha social. Participó con ellos en una etapa anterior a la aparición de Sendero Luminoso, cuando luchaban por recuperar las tierras que les habían arrebatado los grandes latifundistas y las transnacionales que operaban en nuestro país avalados por los gobiernos oligárquicos. Las empresas  extranjeras succionaban los recursos naturales y minerales de nuestra tierra, obtenían grandes beneficios a costa de la destrucción de la naturaleza, la usurpación de tierras comuneras y la bárbara explotación de los que trabajaban en sus minas, mientras en el campo desollado languidecían comunidades nativas. La lucha de los campesinos estaba pues justificada

Otra cosa es la lucha emprendida por Sendero Luminoso, que no fue decisión de los campesinos, sino de gente adoctrinada que con el ideal de la revolución atacaban comunidades serranas ejecutando a personas que consideraban merecedoras de castigo. Los comuneros crearon las Rondas Campesinas para defenderse y repeler a los marxistas-leninistas-maoístas que incitaban a la lucha armada a cientos de jóvenes campesinos sin recursos y faltos de orientación y oportunidad de alcanzar una vida digna. Los involucraban en su guerra contra la sociedad, contra las fuerzas del orden público, contra todo lo que representaba al Estado. Los comandos de la policía y el ejército a su vez, con la consigna de acabar con el terrorismo, masacraban a personas que no tenían nada que ver con los senderistas. Y entre el fuego cruzado de estos bandos armados, miles de campesinos, dirigentes de bases populares, periodistas, policías, vendedores ambulantes, obreros y estudiantes cayeron abatidos enlutando a nuestro país.

En la guerra desatada  -que duró cerca de veinte años- más de 69,000 peruanos perdieron la vida. La historia del Perú del siglo XX volvió a escribirse con sangre y dolor.

Referente a las obras literarias de Manuel Scorza, en las décadas de los 70 y 80 aún no se habían digerido, ni siquiera degustado. Quizás por egoísmo, o porque no las conocíamos, o porque nos envolvió la guerra con su secuela de sangre y muerte del que aún nos estamos recuperando.

En Perú, salvo alguna editorial, una que otra crítica, nadie promocionaba las obras de Scorza. Era un invisible en nuestro ámbito cultural pesar de que gozaba ya de fama mundial Se le ignoraba, tal vez por celos profesionales o envidia, o porque escribía sobre campesinos y participaba en una facción de la izquierda política.

Scorza marcó un precedente en su etapa de editor. Promocionó el libro y ganó innumerables lectores. Presentó a autores noveles y consagrados en los festivales de libros que organizó tanto en Perú como en otros países de América. Con inefable entusiasmo impulsó la cultura literaria en nuestros pueblos aún en formación.

Antes que editor era poeta. Por la riqueza de su poemario “Las Imprecaciones” obtuvo el Premio Nacional de Poesía. Luego pasó a novelista. ¡Cómo no reconocer la asombrosa calidad literaria de sus obras! Ellas nos sumergen en un mundo fascinante, donde refluyen hechos míticos, históricos, fantásticos y  reales. Manuel nos seduce con su voz  delirante, agónica, épica. No es la voz de un “Julius”, ni la de un “Pantaleón”, es la voz del Pueblo que pugna por sobrevivir en su propia tierra hostilizada por el poder de latifundistas y transnacionales. Es el ventrílocuo popular, con hilarante inspiración nos presenta hechos visibles a todos pero que nadie, por incapacidad o desinterés, puede ni quiere ver u oír y mucho menos interpretar.

Este hombre plural, apasionado e inquieto por naturaleza que le impulsó a hurgar en las lindes de la prestidigitación, la magia y los misterios de la vida no aceptó jamás la imposición cultural proveniente de los poderosos, luchó contra ellos con todas sus fuerzas. Siempre fiel y solidario con los marginados, con los que nada tienen, con los que sufren las injusticias sociales. Era un rebelde impetuoso contra el estatismo y la hipocresía heredada del Coloniaje y el Republicanismo criollo. Apostó por un Perú mejor, donde no cupieran las diferencias sociales, ni la vil explotación humana y la pobreza. Manuel Scorza, preclaro ave fénix poético, reflotó la literatura peruana del siglo XX.

Su Ciclo “La Guerra Silenciosa” es un canto épico al enfrentamiento de los comuneros contra el poderoso bloque de latifundistas y representantes de la “Cerro de Pasco Corporation”, ocurrido entre 1950 y 1962. Al inicio, el ingenuo poeta, el soñador de un mundo mejor, sufre lo indecible mientras con su canto revela la represión salvaje, el sometimiento de campesinos por la fuerza, la masacre impune. En el transcurso de la lid el bardo indignado, recopila más documentos, recoge nuevos testimonios y luego experimenta la realidad como secretario de política del Movimiento Comunal del Perú. Revestido de garabatos y vivencias indispensables, redobla su accionar. Enarbola su inquieta pluma como arma de lucha.  Con rápido ingenio, extrae una muestra vacía de la Historia Contemporánea y la rellena con sucesos míticos que al trasluz, al ser leídos, adquieren realidad y dimensión literaria. Ha surgido el genio, pletórico de recursos lingüísticos, ha completado la Historia que estaba pendiente.

Los críticos literarios peruanos ya reconocen a Manuel Scorza, a diferencia de los extranjeros que desde hace años vienen escribiendo textos referentes al ingente valor social, humano y literario de sus obras. Se está valorando la obra trascendental del hombre que un día fue candidato al Nóbel de Literatura, que emprendió la edición de un millón de libros en América Latina, que fomentó la lectura en el seno del Pueblo con sus Populibros, en fin, de este ilustre compatriota que fatalmente murió en un accidente aéreo cuando soñaba con una gran novela social que volviera a izar la letras peruanas en las cumbres de la literatura universal.

 

Barcelona, 13 de Setiembre del 2014