MASACRE ECOLÓGICA EN LIMA

MASACRE ECOLÓGICA EN LIMA

MASACRE ECOLÓGICA EN LIMA

El vertido de un millón de litros de petróleo de la empresa Repsol en el mar de Ventanilla ocurrido el sábado 15 de enero, viene ocasionando una catástrofe ambiental sin precedentes en la costa peruana. Las playas de Ventanilla, Santa Rosa, Ancón y de otros distritos limeños se han contaminado con el líquido negro que causa la muerte fulminante de peces y aves, la inutilidad de la pesca y destruye  áreas naturales protegidas como la Zona Reservada de Ancón y la Reserva de Islas, Islotes y Puntas Guaneras.

De esta destrucción ecológica, Repsol no se responsabiliza. Le echa la culpa al fuerte oleaje producido por la erupción de un volcán submarino en Tonga que produjo el accidente en una terminal de la refinería de la Pampilla mientras descargaban el crudo de un buque. Y nadie pudo evitar derrame del líquido que ha cubierto de negro decenas de kilómetros de franja de playa y otras tantas de kilómetros cuadrados de mar y se va extendiendo hacia el litoral del norte.

Repsol intentó minimizar el daño informando que sólo se habían vertido unos cuantos litros de petróleo aunque luego ante la evidente marea negra reconocieron que fueron 6,000 barriles de crudo los que cayeron al mar a pesar de los planes de contingencia aplicados y que han propiciado un daño de carácter irreversible para nuestro ecosistema. La multinacional, para aplacar las duras críticas recibidas, ha decidido colaborar con la limpieza de recogida de su propio petróleo, a través de subcontratas que han cogido temporalmente a un puñado de trabajadores para limpiar el extenso litoral afectado,

El gobierno de Castillo, que tampoco está preparado para afrontar este tipo de desastres, amenaza con aplicar fuerte multa económica a la empresa responsable sin valorar aún la magnitud del desastre ni cuantificar la pérdida medioambiental sufrida.

Es evidente que hace falta más gente, máquinas y equipos especializados para agilizar la tarea de saneamiento. La improvisación de unas cuantas carretillas, lampas y escobas no es suficiente para limpiar más de 100 kilómetros de playa envuelta por la sustancia tóxica.

Y son los pobladores de las zonas afectadas, pescadores, comerciantes, estudiantes, jóvenes voluntarios, los que se han lanzado a limpiar nuestras playas, en una cruzada por salvar la fauna y flora marítima, mantener el sistema ecológico tan importante para la vida en la capital de nuestro país.

 

Jorge Varas

23 enero 2022