ALBERT CAMUS Y SU OBRA PREMONITORIA
Albert Camus nació Mondovi –la antigua Argelia francesa– el 7 noviembre 1913; su infancia transcurrió en las lindes de un barrio árabe que afrontaba pésimas condiciones de salubridad. Entre penurias, estudia la primaria y el bachillerato. Llega al Liceo argelino, donde asimila las ideas de sus profesores, en su mayoría militantes socialistas y comunistas que inculcan protestas y apuestan por la independencia de Argelia. A los 18 años empieza a estudiar Filosofía y Letras en la Universidad, mientras va escribiendo sus inquietudes ante la vida, sus reflexiones filosóficas sobre el destino del hombre. Lee con interés a Nietzsche y los escritos de Guide y Malraux. Ejerce como periodista y publica en revistas, como “La Revue marxista”, donde expone su críticas al poder económico, sus ideas sobre la existencia de Dios, y artículos diversos. En 1935 se afilia al Partido Comunista Francés. Lucha, desde la disidencia, la rebeldía y la acción para cambiar la condición de los humillados y explotados, apuesta por una revolución capaz de hacerles recuperar la dignidad vapuleada por la colonización y la explotación de los poderosos sobre los débiles.
Al escritor le atrae el mundo del teatro, espectáculo artístico donde puede percibir la crítica directa del público. Escribe su obra de teatro “Calígula” para denunciar la dictadura y el poder totalitario. En 1939 publica: “Bodas” una serie de artículos sobre sus viajes y lecturas Los conflictos políticos, económicos y sentimentales en los que se ve involucrado, lo obligan a salir de Argelia. En marzo de 1940 se instala en Paris. Trabaja como redactor en el periódico Paris-Soir, mientras va escribiendo su novela “El Extranjero”. Para Camus la obra de arte es una utopía y la vida un sinfín de casualidades que desembocan en un designio final envuelto por lo absurdo. Las ideas existencialistas influyen indirectamente en su óptica de intelectual que vive con intensidad y actúa con valentía desde su postura de escritor rebelde que denuncia las diferencias sociales, tanto en Argelia como en Francia considerada faro cultural del mundo.
En 1942 publica: “El extranjero”, novela ambientada en Argelia y el ensayo: “El mito de Sísifo”; obras que le dan fama de literato.
Al estallar la segunda guerra mundial se implica en los acontecimientos y ante la ocupación nazi milita en la Resistencia. Funda el periódico Combat para animar, desde la clandestinidad, a los que combaten por la defensa y libertad de Francia. Terminada la guerra, en 1947 publica. “La peste”, obra narrativa realista y a la vez mítica, que desvela el sentir del hombre europeo de posguerra que afronta una epidemia de peste. El 27 de octubre de 1948 estrena “El estado de sitio” en el Teatro Marigny apabullante parodia al sistema totalitario, a la dictadura que considera los enemigos contra los que hay que luchar.
El 15 diciembre 1949 estrena “Los justos” pieza teatral que habla de seres que luchan contra el sistema establecido con el afán de crear uno nuevo, más libre y democrático. En 1951 estrena “El Hombre Rebelde”, libro filosófico que alude a los grandes males de aquella época. Para el escritor la vida es reflexión. Y sostiene que la rebeldía y el sentido de la vida se expresan en la verdadera creación. Rechazó todo tipo de fanatismo, sea político, religioso o filosófico. Discrepó con Sartre y rechazó a que lo tildaran de escritor existencialista. Se consideraba un escritor filósofo, que escribía con imágenes y razonamientos deliberados, considerando que sólo con el arte, que es un comienzo y un fin, puede arreglar la desarmonía de la vida.
El escritor realiza viajes por el mundo. Visita también países sudamericanos como Argentina, Chile, Brasil y Uruguay para estrechar lazos de amistad y colaboración. En 1959 estrena “Los desposeídos” al que asisten André Malraux y George Pompidou y otros personajes de la cultura francesa. Al poco tiempo estrena una obra autobiográfica: “El primer hombre” que desvela una incesante pugna contra un mundo ilógico, injusto, negacionista de la belleza, un mundo donde impera el mercantilismo, el egoísmo, la mentira, males que no comprende y por eso lo denuncia a través de su obra.
Camus es el genio preclaro de las letras. Su origen humilde y la lucha por sobreponerse a la dureza de la vida lo dotaron de vasta experiencia social y fuerza intelectual que lo movieron a adentrarse en la esfera intelectual francesa hasta erigirse en una figura estelar de la literatura, un escritor trascendental al que el destino le fue adverso aquel 3 de enero de 1960 en que en vez de utilizar su billete de tren para viajar junto con su mujer Francine y sus gemelos, se subió al automóvil que conducía el editor Michel Gallimard quién estrelló su vehículo contra un árbol. Camus falleció en este accidente.
Aquel niño que correteaba por las umbrías calles argelinas buscando algo útil para llevar a casa. El chico rebelde contra los poderes establecidos del mundo: gobiernos, fueros militares, iglesias. El que fustigó al gobierno argelino acusándolo de agudizar los males del pueblo que ya sufría desigualdad social y pobreza. Su enfrentamiento con el oficialismo argelino provocó que el gobierno lo considerase un disidente, un escritor maldito, y ordenó cerrarle las puertas de las instituciones para que no llegase a trabajar en ellas. Por este y otros motivos, emigró a Francia y pronto, con su característica audacia intelectual, se insertó en el círculo literario de la ciudad luz en el que pronto descolló con la sola fuerza de su genio. A los 35 años era ya escritor famoso y a los 44 años la academia sueca le concede el Premio Nóbel de Literatura.
La vida de Camus es relativamente corta pero intensa, con una obra rica y un compendio de actos y gestos ejemplares.
En su obra La peste, con trasfondo en Oran –ciudad portuaria de Argelia–, muestra una epidemia causada por la proliferación de ratas cuyos efectos, semeja una premonición a la pandemia actual del coronavirus de amplitud mundial. Y que pone a prueba la capacidad humana para reaccionar, la actitud de los gobiernos para dar atención médica a los contagiados, ofrecer ayuda y colaboración a las familias de los afectados y otras medidas a tomar en la lucha contra el mal.
El mundo ha sufrido numerosas epidemias y guerras, que casi siempre ha cogido desprevenidos a la gente. Aunque las guerras son siempre irracionales causadas por la estupidez humana, las epidemias en cambio son diferentes. No se combate a un gran enemigo uniformado que piensa en destruirte sino a uno pequeño e invisible pero letal que perfora rápidamente el cuerpo de los contagiados por el virus que lo causa.
La obra de Camus, publicada a poco de acabada la segunda guerra mundial, era como una voz de alerta al mundo para estar prevenidos. Pero esta voz no se oyó, el mensaje de la obra no fue entendido, nadie lo tomó en cuenta. Por lo que los gobiernos no estaban preparados para contener los estragos que pudiera causar una flagrante pandemia, o se pensó que las pestes ocasionadas por ratas o salivas de murciélagos son propios de países pobres y que no llegaría a instalarse en Europa y los otros países del llamado primer mundo.
En esta obra el autor habla de aislamiento de enfermos, cuarentenas, incomunicación entre familias, de supresión de actividades, desplazamientos y actos sociales. Describe con dureza el sufrimiento de enfermos de tifus antes de convertirse en cadáveres camino a hornos crematorios municipales. Muestra seres temerosos, separados e impedidos de reunirse y comunicarse. “La epidemia es un mal sueño que tiene que pasar –medita el doctor Bernard Rieux, protagonista de la novela” considerando cada muerte como una inevitable derrota. Y en efecto, la epidemia pasa después de casi un año dejando miles de muertos, y coadyuvado por los efectos de un suero elaborado por el doctor Castel otro personaje de la novela,
Camus nos legó esta impresionante obra literaria, con una advertencia final desvelada por boca del narrador de que las epidemias no mueren ni desaparecen jamás y que esperan pacientemente impregnadas en lugares u objetos determinados hasta el día en que vuelvan a reaparecer.
El notable escritor publicó además las obras: “El Malentendido”, “La caída”, “El exilio y el reino”, “Cartas a un amigo alemán”, “Cuadernos”, además de veintiocho ensayos, dieciocho prólogos, entre ellos a obras de Faulkner, Wilde, Melvilla, e innumerables artículos periodísticos.
Por el conjunto de su obra, rica en cantidad y contenido, llena de mensajes para luchar contra los grandes males del mundo, Albert Camus es considerado uno de los grandes escritores contemporáneos.
Jorge Varas
Barcelona 7 febrero 2021