DUMAS: EL MOSQUETERO DE LAS LETRAS
DUMAS: EL MOSQUETERO DE LAS LETRAS
Alejandro Dumas, nació en Villers Cotterets, Francia, el 24 de julio de 1802; hijo de un general nacido en Santo Domingo que luchó a favor de Bonaparte hasta que se apartó de éste por su ambición desmedida de querer hacer de su imperio el centro del mundo.
A los seis años despertó su afición a la lectura con Robinson Crusoe y otras novelas de aventuras. Gustaba de la caza y de los viajes imprevistos por paisajes que poblaban su imaginación con seres fantásticos.
La representación de Hamlet, por unos jóvenes actores que iban de paso por el pueblo donde vivía, lo impactó tanto que se sintió capaz de escribir dramas y tragedias. Leyó a Corneille y Racine pero no lo motivaron. Shakespeare en cambio lo impulsó a fundar una compañía de teatro con algunos amigos para representar piezas teatrales en la localidad. Pero el grupo terminó disolviéndose y Alejandro, que ya tenía algunos guiones teatrales, decidió buscar espacios más amplios para sus ambiciones literarias.
Llegó a Paris hacia 1823 dispuesto a triunfar como escritor. Se hospedó en un hotel y tocó puertas para conseguir un empleo. Y, por ser el hijo de un ex-general bonapartista, consiguió recomendaciones que le permitieron entrar al servicio del duque de Orleáns.
Ya con trabajo y sueldo se instaló en una habitación de alquiler donde intensificó su quehacer literario. Leyó vorazmente a Moliere, Goethe, Shiller, Walter Scoot, Byron y a otros autores clásicos y modernos y repasó enciclopedias sobre arte e historia. En horas libres, tras su fatigosa faena de escribiente en el Palais Royal, se relajaba viendo obras de teatro en la Comedia Francesa o en el Odeón.
Paris era el centro de la cultura francesa, donde convergían en busca de fama y fortuna una pléyade de músicos, actores, pintores, escritores. Los bulevares próximos al Sena bullían de creadores con las mentes iluminadas por la gran ciudad que ofrecía todo tipo de espectáculos. En las tertulias literarias Alejandro hizo amistad con Victor Hugo, Vigny, Saint Beuve, Musset, George Sand, los románticos del siglo XIX, el pintor Eugene Delacroix y otros artistas. Y empezó a llevar una vida bohemia, con amores secretos, entre ellas Laure Lebay con quien tendrá un hijo que llevará su nombre y Belle Krebsamer con la que tendrá una hija: Marie-Alexandrine. Y aunque se casará con Ida Ferrer tendrá otros romances y otros dos hijos.
El hombre alto y moreno, de raíz latina, inquieto galán y orgulloso caballero capaz de batirse a duelo con quien osara mancillar su apellido, en 1826 publicó: “Relatos contemporáneos”, con temas de la época napoleónica, los inicios de la Restauración y la revolución francesa. Pero su libro pasó desapercibido. Repuesto del fiasco, fundó con un amigo la revista La Psyché donde publicó poemas y artículos sobre Chateaubriand, Lamartine, Victor Hugo y otros personajes de la cultura y la política.
En 1829 representó con éxito en el teatro francés su primer drama histórico “Enrique III y su corte”. Y luego “Cristina” que le dio renombre como dramaturgo.
El 25 de julio de 1830 estalló una revuelta en Paris contra el rey Carlos X que había abolido la libertad de prensa, disuelto la cámara de diputados y promulgado una nueva ley electoral. El pueblo salió a la calle en protesta por lo que consideraban un atentado contra la constitución, la libertad de expresión y la cultura. Se levantaron barricadas con obreros y estudiantes y hubo enfrentamientos con la guardia real. Dumas participó en la insurrección con uniforme de artillero de la Guardia Nacional. Apoyó al general La Fayette dirigiendo un escuadrón de republicanos en abierta lucha contra la monarquía. Ante la explosión del pueblo, Carlos X abdicó y nombró como regente a Felipe de Orleáns que finalmente fue proclamado como Luis Felipe I, rey de Francia
Al volver la calma social, Dumas siguió escribiendo. En 1831 estrenó los dramas: “Anthony”, “Napoleón Bonaparte”, “Carlos VII”, “Richard Darlington” y “Teresa.”
A principios de 1832 la epidemia del cólera invadió Paris ocasionando miles de muertos. A pesar del peligro, el 4 de abril, el impaciente dramaturgo estrenó: “El marido de la viuda”con poco público en la función. Luego se refugió en su casa y continuó escribiendo. Pero, ya se había contagiado y empezó a sentirse mal, con escalofríos en todo el cuerpo y temblores de piernas, por lo que permaneció una semana en cama bajo control médico. Repuesto de la enfermedad, volvió a sus quehaceres literarios. El 29 de mayo estrenó: “La Torre de Nesle”, en el teatro de la Porte Sain Martin, aunque sin firmar con su nombre la autoría de la pieza teatral.
El 4 de junio de 1832 se produjo otra revuelta en Paris que Luis Felipe I reprendió duramente con las armas. Alejandro participó otra vez apoyando a los insurrectos que apostaban por el establecimiento de La Republica. Su rebeldía contra el rey le trajo consecuencias; un edecán del Luis Felipe I le advirtió que vendrían a arrestarlo. Por lo que decidió abandonar el país. Vendió su manuscrito “El hijo del emigrado” y se trasladó a Suiza, donde tuvo la suerte de conocer a otro gran exiliado: el poeta Chateaubriand, pionero del romanticismo, con quién compartió deliciosas veladas.
Volvió a Paris, meses después, y, a pesar de la rígida censura que el gobierno ejercía contra los dramaturgos, prosiguió su labor literaria. A finales de 1833 estrenó “Angela” un melodrama cruel con el que tuvo éxito y fue catalogado por la prensa como “el jefe de la escuela romántica francesa”
A finales de 1837 en el Theatre Français presentó “Calígula” pieza teatral que provocó diversas críticas y pronto fue retirada del cartel. En 1839 representó: “Mademoiselle de Belle-Isle” ya con argumento de comedia que gustó al público. Escribió otras obras teatrales como: “El Alquimista”, “Leo Burckhart”. Y obras en prosa como: “Las aventuras de John Davis”, “Crímenes célebres” El 1 de junio de 1841 estrenó: “Una boda bajo Luis XV”. Y en 1843 estrenó; “Las señoritas de Saint-Cyr”.
En uno de sus viajes que denominó la “peregrinación napoleónica” visitó la isla de Elba y en el trayecto descubrió una pequeña isla llamada Montecristo nombre que le gustó como título para una novela.
Empezó a vivir entre Paris y Florencia, a la vez que realizaba continuos viajes por el mediterráneo. Durante una estancia en Marsella visitó la biblioteca municipal para ver si encontraba algo interesante. Y precisamente allí encontró “Las Memorias del señor D’Artagnan, capitán teniente de la primera compañía de mosqueteros del rey”. Ojeó el texto y se le iluminó la mente. Lo pidió en préstamo y se lo concedieron. Con este material empezó a redactar las aventuras de D’Artagnan y con él cobraron vida: Athos, Porthos, Aramís, un equipo de espadachines unidos por un ideal de caballería: “El uno para todos y todos para uno”. El 14 de mazo de 1844 empezó a publicarlos en forma de folletín en el periódico “Le Siecle”, con el título de “Los tres mosqueteros” y en pocas semanas se vendieron miles de ejemplares y se ganaron la simpatía de toda Francia.
Dumas gozoso por el éxito y antes de terminar la novela se lanzó a la redacción de “El Conde de Montecristo”, la historia de Edmudo Dantes, que tras muchos años de prisión a la que había sido enviado injustamente se escapa y desentierra el tesoro que le había dejado un amigo del presidio. Y pone en práctica una venganza implacable contra todos los que habían destruido una parte importante de su vida. Y recupera además a su mujer y su hijo. Con esta novela consigue también un éxito total de ventas.
Publicó otras obras como “La reina Margot y la dama de Monsoreau” y dos novelas contemporáneas: “Los hermanos corsos” y “Gabriel Lambert”, “Los blancos y los azules”, “Héctor de Sainte-Hermine”, “El doctor misterioso”, “La hija del marqués”.
El 5 de diciembre de 1870 el escritor tras sufrir un ataque de apoplejía falleció en Sena Marítimo. “Él era el genio de la vida – escribió George Sand- no sintió la muerte”. Los restos de Dumas fueron enterrados en el cementerio de su pueblo de nacimiento: Villers Cotterets, en una tumba junto a sus padres. Y en 2002 el presidente Jacques Chirac ordenó que fuera sepultado en el Panteón de Paris junto a otros ilustres escritores.
Los libros de Dumas se han traducido a decenas de idiomas y se han filmado películas sobre ellos. Como lo reconoció el propio Victor Hugo: “Ninguna popularidad de este siglo (XIX) superó a la de Alejandro Dumas…Todas sus obras, tan múltiples, tan variadas, tan eruditas, tan encantadoras, tan vigorosas, emanan la clase de luz propia de Francia”
17 de enero 2022