ANTONIO MACHADO
“Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar…”
ANTONIO MACHADO
“Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar…”
Nace en Sevilla, el 26 de julio de 1875 donde transcurre su infancia. En 1882 se instala con su familia en Madrid y estudia en Institutos de Libre Enseñanza A los 24 años se marcha a Paris, la ciudad luz, bastión del simbolismo en poesía, del impresionismo en pintura y de otros movimientos vanguardistas. Allí conoció a Oscaw Wilde, Anatole France y otros literatos. Para ganarse la vida trabajó un tiempo en una editorial francesa. Y, poco después con su vena literaria ya en ebullición retornó para frecuentar los ambientes literarios de la capital. Entabla amistad con Valle Inclán, Darío, Unamuno y otros escritores españoles.
En 1903 publica. “Soledades, galerías y otros poemas”, donde el elemento poético no es la palabra por su valor fónico, ni el color, ni la línea, ni las sensaciones, sino una profunda palpitación del espíritu. Entiende que el hombre que juzga su propia obra dista mucho del que la produjo; el poeta debe escuchar con respecto a la crítica ajena porque el libro lanzado a la publicidad ya no le pertenece. Por lo que era su costumbre no volver nunca sobre lo hecho, y de no leer nada de cuanto escribía, una vez dada a la imprenta.
En 1905 se marcha de Madrid, dejando atrás la vida literaria y bohemia, y se adentra en aquella tierra de molinos campestres, en aventura quijotesca donde con filosofía y razonamiento empieza a versificar sobre el destino de España. Ha elegido una profesión para ganarse la vida. Entiende que el poeta no es más que un artista, que pinta la belleza en sus momentos de inspiración. Se dedica a la docencia de nivel secundario; aunque no tenía vocación de profesor cumplía con sus obligaciones desde su cátedra de francés y en sus ratos libres dejaba volar su imaginación. En su poema “Retrato” muestra su estado de ánimo en su nueva vida de provincia. Se siente como un desterrado, pero no añora los valores superficiales de la bohemia madrileña, plagada de creencias rutinarias, etiquetas de moda y vanas posturas literarias.
En 1907 conoce a Leonor, de trece años, la hija de la dueña de la pensión donde se aloja. Es dulce, inocente, tierna y se enamora perdidamente de ella. Se casan 2 años después. Con su adolescente esposa viaja por España e incluso a Paris, donde residen temporalmente. Pero la prematura muerte de Leonor a causa de una enfermedad lo sume en un estado depresivo que le hace pensar incluso en suicidarse. Pero las palabras de aliento de Juan Ramón Jiménez y otros colegas literatos, y, sobre todo el éxito de uno de sus libros le devuelven el ánimo. Se va de Soria, tras cinco años que significaron mucho y marcaron su vida. En lo literario porque orientaron su inspiración hacia lo esencial castellano que se corona con la publicación en 1912 de “Campos de Castilla” Sus días en Soria, al contacto con la naturaleza y el alma castellanas, inspiraron al poeta a la composición de su obra fundamental.
Aunque influido en sus inicios por el modernismo el poeta se alejó de esta corriente al ahondar en sí mismo, al pensar que su misión era “eternizar lo momentáneo”. Su obra: “Soledades, galerías y otros poemas”, es un compendio de meditación intimista y emociones auténticas. En su evolución poética destaca la influenza filosófica de Henri Bergson y Unamuno, Escribió además tragedias y comedias, con su hermano Manuel, entre ellas: “Desdichas de la fortuna o Julianillo Valcárcel (1926), “Son Juan de Mañara” (1927), “Las adelfas” (1928), “La Lola se va a los puertos” (1929), “La prima Fernanda” (1931) “La Duquesa de Benameji” (1932), “El hombre que murió en la guerra”, escrita en prosa y estrenada en 1941.
El 14 de abril de 1931 saluda con emoción la proclamación de la Segunda República. Este año aparece también su voluminosa: “Antología”, un reguero de poemas de rica complejidad. El poeta, con diversas voces y partituras sonoras, compone un todo único, que es el reflejo de un mundo subjetivo y una actitud introspectiva, desde la que fluye hacia la realidad exterior para llegar a sus: “Nuevas Canciones y De un Cancionero apócrifo”. Proceso evolutivo, plagado de inquietud, angustia, temores, resignación, esperanza, impaciencia que el poeta canta, como signos del tiempo y a la vez como revelaciones de la conciencia humana.
En 1936 publica: “Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo”. Al estallar la guerra civil, abandona Madrid y se instala temporalmente en Valencia. Asiste al II Congreso Internacional de escritores por la Defensa de la Republica (1937) donde lee su reflexión: “El poeta y el pueblo”. Este año publica también su libro: “La guerra”.
En 1938, abrumado física y espiritualmente por la destrucción de España a causa de la guerra, inicia el camino del exilio. Se va a Barcelona y luego sigue hacia la frontera con Francia, entre caravanas de paisanos que huyen de su patria ensangrentada. Viaja con su madre anciana. El poeta, muy agotado y enfermo, fallece en el pueblito de Colliure (Francia) el 22 de febrero de 1939.
Antonio Machado es uno de los escritores más importantes de la literatura española. Poeta representativo de la Generación del 98 y figura descollante de la poesía del siglo XX.