EN TORNO A BORGES
Jorge Luis Borges nació en Buenos Aires (Argentina) en 1899. Dotado de una inteligencia precoz. A los 10 años escribía compendios y traducía al castellano a sus escritores favoritos. A los 19 años viajó por Europa y descubrió el expresionismo alemán y el ultraísmo español, tomó contacto con Gómez de la Serna, los tertulianos del Pombo y la bohemia madrileña de principios del siglo XX. Volvió a Argentina influenciado por la vanguardia ultraísta, que inculcó en la literatura de su país a través de las revistas “Prisma” (1921-1922) y “Proa” (1922-1926) que dirigió y en las que publicaron escritores como Macedonio Fernández, Olivero Girando y Alfonso Reyes.
Trabó amistad con el escritor Adolfo Bioy Casares, que fue importante en su vida literaria. Escribieron varias obras en colaboración, desde: una “Antología de la literatura fantástica”, “Seis problemas para don Isidoro Parodi”, “Dos fantasías memorables”, la obra continuada: “Crónicas de Bustos Domecq (1967) y “Nuevos cuentos de Bustos Domecq” (1977). En la década de los 60 crece su fama como literato. Su género predilecto era la Poesía objetivada en su obras: “Fervor de Buenos Aires” (1923), “La Luna de enfrente” (1925), “El Hacedor” (1960) Cultivó también el Ensayo expresado en sus libros “Inquisiciones” (1925) y “Evaristo Carriego”.
Posteriormente escribió “Elogio de la Sombra” (1969), “El oro de los tigres” (1972), “La Rosa profunda” (1975), “Historia de la noche (1977) y “Los conjurados” (1986); libros de Poesía que nos trasladan a un mundo imaginativo, con similares particularidades de concisión y tersura, con temas de reivindicación de la Historia y la omnipresencia de símbolos enigmáticos en sus páginas tanto de prosa como de verso. En su libro: “Historia de la Noche”, hilvana palabras que mantienen simultaneidad y con frases del acontecer múltiple cuya irrealidad se refleja en nuestra propia ignorancia del mundo, su mecánica y sobre nosotros mismos. Se vale de la ficción y el ensayo para exponer ideas surgidas de lecturas y opiniones de otros escritores, de resúmenes de viajes y experiencias y así crear un mundo propio con referencias imaginarias y seres apócrifos nacidos en su mente.
A su entender la literatura es una infinita lectura de textos viejos, que reviven en los nuevos entre falsedades y verdades que mezclan imaginación, fantasía y donde los temas y los símbolos reaparecen de forma constante, desde lo trágico de un drama, lo burlesco de una comedia, lo fantasmal de una irrealidad novelada, hasta el realismo descriptivo de un relato y otras características de los movimientos literarios contemporáneos, que revisten a sus personajes con caracteres épicos, se mueven con facilidad por diversos espacios geográficos, crean obras a partir de mitos, leyendas e historias provenientes de la antigüedad clásica hasta nuestros días.
Tras su etapa vanguardista –a la que consideraría un movimiento estéril en Argentina–, desarrolla una literatura de corte clásico, siguiendo los cánones del orden secuencial y la rigurosa claridad, con la que pretende revelarlo todo en pocas palabras, con citas ocultas, analogías secretas, paradojas y sutil sentido del humor que resaltan en sus libros. Con “Ficciones” hace derroche de un dominio magistral de la técnica del relato breve, con una docena de cuentos que proponen un enigma y contienen piezas antologicas como: “El jardín de los senderos que se bifurcan” o “Las ruinas circulares” Su táctica, al igual que en “Historia natural de la infamia”, se percibe a partir de unos postulados irreales a los que aplica construcciones lógicas, rodeando la idea central que envuelve al lector y lo mantienen en la lectura.
En “El Alph”, libro compuesto de 17 relatos, se agudizan las tramas y situaciones extremas que lo acercan al mundo de Edgar Allan Poe y al de Frank Kafka, aunque a diferencia de ellos no recrea angustias personales, ni concibe cuentos que colindan con el terror. Es el simple y pequeño espacio de un sótano, convertido en núcleo angular de la tierra, por cuyo pequeño diámetro se puede ver el azulino mar, el rayo de la aurora y los cuadros del crepúsculo, las multitudes humanas de América y los otros continentes, los veneros de luz, los puntos del espacio: el increíble universo. “Discusión” es un ensayo literario de sus temas preferidos, que van desde la “Vindicación de la cábala” donde desvela un ejercicio del anacronismo, “La duración el infierno”, donde confiesa su afición, incrédula y persistente, por las dificultades teológicas, hasta el análisis de paradojas como: “La perpetua carrera de Aquiles y la tortuga”, diseñada a partir de un acopio de informes. Destaca además invenciones retóricas sobre su poeta preferido; en “El otro Whitman” mezcla la realidad, la magia y el infinito, con una lucidez y originalidad admirables.
El que Góngora hubiera dejado de lado un tema importante en uno de sus libros trascendentales, que Byron hubiera desvelado sus desdichas en románticas citas poéticas, que Poud y T.S. Eliot se hubieran valido de anacronismos con la intención de perpetuar signos literarios o que Whitman hubiera cantando a voz en cuello sus felicidad en ilustres poemarios, es posible, lo insinúa con fina ironía. En sus relatos hace enumeraciones dispares, aunque con visos de continuidad, intercala palabras cultas, viscerales. Y su imaginación es desbordante. Cree que el universo es una enorme biblioteca compuesto por infinitas galerías, y anaqueles poblados de libros, que rebasan pasillos por donde trascurren imperfectos bibliotecarios humanos. La Biblioteca que contiene todos los libros, la historia detallada de la humanidad, escrita en muchas lenguas y donde existe un libro mayor que es el resumen, cifra y compendio de todos los demás que los bibliotecarios aún no han encontrado y mantiene su reserva; la Biblioteca misma perdura, guardando su precioso secreto: textos escritos con extraordinario pulso, arte y sapiencia.
En 1979, en España, se le concedió el Premio Cervantes, por el conjunto de su obra, caracterizada por su hondura y búsqueda conceptual expresada con una gran riqueza verbal. Considerado por la crítica como el mejor prosista castellano del siglo XX y el más importante creador de mundos imaginarios en formato breve o de cuento. Destacado escritor cuya verdadera patria era –según decía– “una biblioteca”; murió en Ginebra en 1986 dejándonos una densa y elaborada obra literaria cuyo valor trasciende en la historia de la literatura.
Jorge Varas 7 de marzo 2021