MARTIN ADAN: POETA ETERNO
Rafael de la Fuente Benavides, más conocido por su nombre artístico: Martín Adán, nace en Lima el 27 de octubre de 1908 en el seno de una familia acomodada. A temprana edad empezó a devorar libros de literatura, sobre todo de poesía que lo satisfacía, como si en ésta identificara su alma, la razón de su existencia, descubriera su nativa predisposición para sentir este arte que desarrollaría pronto con singular habilidad.
A los veinte años, irrumpe en el panorama literario con la publicación de “La Casa de Cartón”, una fascinante novela-poema, que lo consagra como escritor vanguardista. Con prosa lisa, ágil y precisa, retrata Barranco nostálgico rincón de la capital, el comportamiento de la gente limeña con su picaresca, la sociedad que golpea su propio espíritu envuelto por el misticismo. En 1938, con su ensayo: “De lo barroco en el Perú” que presenta como tesis, obtiene el doctorado en letras en la universidad de San Marcos.
Se mete de lleno en la poesía y en 1939 publica “La rosa de la Espinela” donde recurre a la rosa para expresar con exaltado lirismo, su búsqueda de la belleza. “Heme triste de belleza/ Dios ciego que haces la rosa, / con mano que no reposa/ Y de humano que no besa.” Medita y juega con el lenguaje de la poesía; su espíritu hipersensible vibra con pulsaciones estéticas, a veces en estado de éxtasis, que proyectan su visión de la palabra en busca de lo absoluto.
Le siguen otros poemarios, como: “Travesía de extramares (Sonetos a Chopìn)” un carrusel de sonetos hilvanados con ajuste perfecto de sonido, concepto e imagen. Influenciado por sus maestros: Góngora, Quevedo, Rimbaud y sus ávidas lecturas a los filósofos europeos, escribe versos con enigmáticas metáforas, algunas parnasianas otras barrocas, con un lirismo agudo, exaltadas reflexiones metafísicas y una peculiar visión de la vida, la muerte y la eternidad.
En 1961 publica: “Escrito a ciegas (carta a Celia Paschero colaboradora de Borges). Entre 1964 y 1966 publica: “La mano desasida, Canto a Machu Picchu” y “La piedra absoluta”. Los originales de estos poemarios los escribió a mano en libretas y servilletas de papel –en instantes de inspiración– en bares y en sus paseos callejeros. Sus poemas son un homenaje a las históricas ruinas cuzqueñas con una visión poética que difiere de Neruda (autor de Alturas de Machu Picchu), por su matiz filosófico-religioso, y una profunda meditación sobre lo finito e infinito, lo frágil y lo eterno, la afirmación y la negación del yo y del mundo.
Crece su hermetismo personal, rechaza el medio en que vive y se convierte en un poeta de extramuros, bohemio y aficionado al alcohol. Escribe versos plenos de angustia y desolación ante su propia existencia que, de tanto preguntarse del por qué y tanta contradicción sobre lo que perciben sus sentidos, se consume acosado por sí mismo, envuelto por su desbordante pasión hacia lo absoluto. Dice en un poema: “Soy un cuerpo de espíritu de furia / Asentada y de aceda ironía/ No, no soy el que busca/ El poema, ni siquiera la vida…/ Soy un animal acosado por su ser / Que es una verdad y una mentira.”
Su obra póstuma: “Diario de un poeta” nos muestra a ese bardo de lucidez exaltada que se transfigura a través de la palabra escrita con la que puede expresar su vida, sus avatares y sufrimiento en un mundo que no comprende y en el que se siente aislado. Y, entre versos, busca su ángel salvador, como los que dicen: “Mi Ángel no es el de la Guarda/ Mi Ángel es el del Hartazgo y Retazo/ Que me lleva sin término/ Tropezando, siempre tropezando/ En esta sombra deslumbrante / Que es la Vida y su engaño y su encanto”.
Dotado de una inteligencia y egocentrismo inigualables. Sufre una crisis emocional que deviene en neurosis. Su adicción al alcohol agrava su humano trance. Para recibir tratamientos se aloja en centros psiquiátricos donde su punzante ironía le haría suponer que habitaban los hombres más cuerdos del mundo. Poeta encerrado en sí mismo, anómalo y trágico, pero rebelde ante el estatismo y la mediocridad.
Su obra poética es resaltada por José Carlos Mariátegui en la revista Amauta. Allen Ginsberg se entrevista con él y le dedica conmovedores versos. Es leído y admirado por numerosos poetas contemporáneos. En 1946 y 1961 obtiene el Premio Nacional de Poesía, y en 1976 se le concede el Premio Nacional de Literatura. Es elegido miembro de la Academia Peruana de la Lengua.
Fallece el 29 de enero de 1985, dejando una obra singular e innovadora aún por estudiar, una rica fuente poética de la que falta extraer todo su valor estético. Es una de las figuras capitales de la poesía peruana del siglo XX.
Barcelona 12 octubre 2021