PABLO NERUDA: EL POETA TELÚRICO

PABLO NERUDA: EL POETA TELÚRICO

PABLO NERUDA: EL POETA TELÚRICO

Nació en la localidad de Parral (Chile) el 12 de julio de1904. Perdió a su madre al año de nacer. Su padre se volvió a casar y la familia se trasladó a Temuco, al sur del país, donde Pablo entró en contacto con la naturaleza que llenarían de energía su espíritu e influirá en su creación literaria. A los 6 años ingresó al Liceo, casona añeja en las afueras del pueblo, cerca al río Cantín por donde el pequeño estudiante jugaba atrapando insectos, persiguiendo a los pájaros, oteando los misterios de la selva virgen. En su tierra natal, entre lectura de novelas de aventuras, interminables paseos por el campo y al frescor de la infinita lluvia que envolvía los parajes araucanos transcurrió buena parte de su vida. Lo dirá en un poema: “Mi infancia son zapatos mojados, troncos rotos/ caídos en la selva, devorados por lianas/ y escarabajos, dulces días sobre la avena/ y la barba dorada de mi padre saliendo/ hacia la majestad de los ferrocarriles.”

A los 17 años se trasladó a Santiago a seguir una carrera universitaria. A la par de sus estudios leía y escribía y participaba en la revista Claridad, publicación de la Federación de Estudiantes. Era un lírico con precoces destellos literarios. En 1923 publicó su libro “Crepusculario” con acento posmodernista donde resalta su poema central: “Los crepúsculos de Maruri”, haciendo referencia a la calle donde vivía. En 1924 publicó: “Veinte poemas de amor y una canción desesperada” poemario de contenido amoroso, lastimoso y celestial, donde dice: “Puedo escribir los versos más tristes esta noche/ Escribir por ejemplo: La noche está estrellada/ y tiritan, azules los astros, a lo lejos…” En 1925 publicó: “Tentativa del hombre infinito”donde persiste en su deseo de componer el gran poema total. En 1926 publicó el relato: “El habitante y su esperanza” y las prosas líricas: “Anillos”.

En 1929 inició carrera como representante consular que lo llevará por Oriente, Sudamérica, Europa y otras partes del mundo. Viajó a Madrid llevándose sus poemas iniciales de “Residencia en la Tierra” poblada de versos originales que cautivaron a poetas como Rafael Alberti,  Gerardo Diego, Vicente Aleixandre y otros de la Generación del 27.

Se trasladó luego a Paris donde conoció a César Vallejo al que admiraba por su poesía grandiosa, de dimensiones sobrehumanas. El vate peruano lo admiraba a su vez comparándolo con Rubén Darío. Neruda se haría famoso como poeta antes que Vallejo, aunque cuando éste se hizo célebre lo reconoció con esta frase: “Los que andaban nerudeando ahora empiezan a vallejear”.

Se fue a trabajar de Cónsul a Asia, donde afrontó extravagantes peripecias. En 1932 volvió a su país donde publico el poemario: “El hondero entusiasta” plagado de versos metafísicos, y luego: “Residencia en la tierra”, libro que escribió durante su estancia en Ceilán, Colombo, Wellawata y Batavia, con el que se adentra en la corriente surrealista

En 1933, siendo cónsul de Chile en Buenos Aires, conoció a García Lorca que había viajado a esta ciudad para presentar su obra de teatro: “Bodas de Sangre”. Con el poeta español compartió poesía, música y otras vivencias agradables en la capital argentina.

En 1934 pasó a ser cónsul en Madrid, donde a la par de su vida diplomática asistía a las tertulias que celebraban sus amigos: García Lorca, Rafael Alberti, Luis Cernuda, Miguel Altolaguirre, José Bergamín, Pedro Salinas entre otros. Se convirtió en maestro y guía de esta generación de escritores y asumió la dirección de la revista: “Caballo verde para la poesía” donde publicó versos de Miguel Hernández y de otros poetas.

En España, al estallar la guerra civil se identificó con la lucha de los republicanos, por lo que fue destituido de su cargo diplomático por el gobierno chileno. Se trasladó a Paris donde participó con César Vallejo en el Comité de Ayuda a la República y publicó: “Los poetas del mundo defienden al pueblo español”. Escribió su: “Oda a Garcia Lorca” cuando supo del asesinato del poeta granadino. Y escribió también: “España en el corazón” donde versifica: “Era España tirante y seca, diurno/ tambor de son opaco/ llanura y nido de águilas, silencio/ de azotada intemperie/ Cómo, hasta el llanto, hasta el alma/ amo tu duro suelo, tu pan pobre”

Vino a España para asistir al II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura sumándose al grupo de intelectuales defensores de la República. Luego se fue a Chile por asuntos políticos. En 1939 volvió a Paris como cónsul y prestó ayuda a los refugiados republicanos españoles. Su experiencia en la guerra civil marcó su espíritu y le hizo ver la dolorosa realidad en que vivían los pueblos de Latinoamérica. Tras escribir poemarios como: “Canto de amor a Stalingrado”, “Un canto a Bolívar” y “Memorial de Isla Negra” volvió su mirada a la tierra madre. Escribió su “Oda de invierno al río Mapocho”, y luego: “Himno y regreso”.

En Chile fue elegido Senador, afiliándose también al partido comunista. Mantuvo su actividad literaria y publicó: “Alturas de Machu Picchu” como un homenaje a la histórica ciudadela inca. Pronto, por avatares de la política se vio forzado a abandonar su país. Se trasladó a México donde en 1950 publicó su “Canto General”, un formidable poema social, político e histórico que causó impacto en el panorama literario porque representaba el  latir de todo un continente

Neruda es un poeta telúrico. Su canto a Machu Picchu es un concierto de palabras surgidas de un corazón que vibra con la fuerza de las montañas, que absorbe hasta la brisa que empapa la arquitectónicas piedras milenarias, un ojo avizor en la ceja de la selva que se eleva por espacios cósmicos, un alma humana hablándole al granito  como si fuera su gemela, en su elemento natural. Es el poeta campestre que con voz gutural intenta interpretar los latidos de la tierra, los reflejos de la luna en la noche inmensa, el tiritar de los astros enmarcados en el cielo estrellado. Como Dante vaga, no por infiernos divinos sino por parajes terrenales, donde también hay sufrimiento y gritos que taladran el alma, ofuscan la razón.

Su Canto General es una alegoría poética del devenir histórico de los pueblos de América que consta de quince secciones. La primera: “La lámpara en la tierra” se enmarca en la naturaleza americana hasta las razas autóctonas, la segunda contiene su grandioso poema “Alturas de Machu Picchu”, en la tercera lanza su crítica a “Los conquistadores”, en la cuarta: “Los libertadores” halaga con tono épico la labor de estos luchadores de la independencia. Prosigue: “La arena traicionada” donde fustiga a los dictadores de los últimos tiempos. Luego: “América no invoco tu nombre en vano” dando una pincelada a los paisajes y modelos humanos, un preámbulo al consiguiente: “Canto general de Chile”, núcleo del libro

La siguiente sección: “La tierra se llama Juan”, con pinceladas de trabajadores sobre todo mineros. Luego viene la crítica condenatoria a los Estados Unidos por su política de explotación en América Latina: “Que despierte el leñador” refiriéndose a Lincoln como un redentor moral. Le sigue: “El fugitivo” donde el poeta narra las vicisitudes de su huída para no ser detenido por la policía de Videla. Luego: “Las flores de Punitaqui” un canto a los pobres y su dura lucha diaria. Sigue: “Los ríos del canto” remembranzas literarias a través de cartas de sus amistades. Después Neruda canta su: “Coral de Año Nuevo” en homenaje a la patria en tinieblas como un escrito dirigido a su país. Luego: “El gran océano”, reflejo de su visión marina. Y al final el epílogo autobiográfico: “Yo soy”, con retazos de las memorias del poeta.

Un aeda innato, un sabio de la forma que comunica lo que siente con un lenguaje sencillo, con amplia referencia al yo personal, natural y sensorial. Crea un sujeto poético que habla con tonalidades conmovedoras sobre escenas y experiencias de su propia vida y de la gente que conoció en sus andanzas por el mundo. Se considera parte de la esencial multitud, con una vida que filtra otras vidas. Además de poeta fue atento dirigente político e incansable luchador social. Recibió múltiples distinciones, sobre todo por sus trabajos literarios, entre ellas el Premio Nóbel de Literatura en 1971.

Publicó: “Los versos del capitán”, dedicado a Matilde Urrutia su nueva compañera. Luego: “Las odas elementales” (1954) con versos endecasílabos y heptasílabos que se reproducen en libros como: “Nuevas odas elementales” (1956), “Tercer libro de odas” (1957) y “Navegaciones y regresos” (1959) en uno de cuyos poemas dice: “Pero si ya pagamos nuestros pasajes en este mundo/ ¿por qué, por qué no nos dejan sentarnos y comer?”. Publicó además: “Estravagario”, libro fundamental en su producción poética. Luego: “Cien sonetos de amor” y Canción de gesta” (1960) una celebración a la victoriosa revolución cubana. En 1961 publicó: “Cantos ceremoniales”.

En 1964 publicó: “Memorial de Isla Negra”, la obra teatral: “Fulgor y muerte de Joaquin Murieta”. Luego: “Comiendo en Hungría” en colaboración con Miguel Angel Asturias. Le siguieron: “Arte de pájaros”, “La casa en la arena”, “La manos en el día”, “Atún” y otros como: “El fin del mundo” (1969) donde vislumbra el final del siglo XX, con pinceladas políticas. Y además “Confieso que he vivido” su obra póstuma.

El poeta de la intemperie sufrió un ataque al corazón poco después del alzamiento de los militares contra el gobierno de Salvador Allende quien murió durante la toma del Palacio de la Moneda. La ola de represión salvaje contra dirigentes políticos y sindicales, contra periodistas, estudiantes y gran parte de la población que no comulgaba con el nuevo régimen dictatorial implantado por Pinochet influyó en su ánimo y en su estado de salud –ya algo deteriorado por el cáncer– que decayó ocasionando su deceso el 23 de setiembre de 1973 en Santiago de Chile.

Nos legó una obra literaria amplia en contenido social y con altos valores estéticos. Es reconocido como uno de los grandes poetas del siglo XX.

 

Jorge Varas

5 de diciembre de 2021