Del cielo montañoso iluminado
de Junín, baja un jinete uniformado.
Montado en córcel vuela a ras de tierra
empujado por vientos de Cibeles.
Con ojos de Apolo escruta la Pampa.
Cuadro dantesco; sangre patriota.
El ejército libertador huye del campo.
La inminente derrota golpea su alma.
Las huestes de Canterac los persiguen
para lincharlos pero descuidan su retaguardia.
Entonces, su visión alturada
admite una decisión extraordinaria.
Anima su espíritu la luz del Taita Inti,
en un momento estelar de la historia.
Gruñe bravío: ¡Ataque en vez de retirada!
¡Victoria en vez de derrota!
Corre y llega jadeando ante su jefe
Isidoro Suárez “Mi coronel –le dice– el general
La Mar ordena que cargue Ud. de todos modos”.
Y el visionario cambia el curso de la historia.
¡Ataque al enemigo por sus flancos vulnerables!
Valerosos Húsares, dragones de Pacasmayo,
paladines de la libertad, con desbordante fiereza
arrollan al ejército enviado por el virrey español.
Repuestos compatriotas vuelven al ataque.
Espadas punzantes de guerreros formidables
doblegan rivales. Se oyen vítores de victoria
El Mayor engalonado es el héroe de la batalla.
Bolívar lo felicita y retitula sus “Húsares de Junín”
La Mar lo llama y le dice: A usted debería fusilarlo.
Pero gracias a Ud. hemos logrado la victoria”
Y el general le tiende su mano amistosa.
José Andrés Rázuri Esteves, el jinete alado,
emerge de la montaña y vislumbra el futuro.
Su hazaña milagrosa lo cubre de gloria.
Prócer admirable de la independencia americana.
Barcelona 4 de agosto del 2021