WILLIAM FAULKNER: EL ESCRITOR EXPERIMENTAL
WILLIAM FAULKNER: EL ESCRITOR EXPERIMENTAL
Nació el 25 setiembre de 1897 en New Albany, Missipi. Aprendió a leer antes de ir a la escuela gracias a su madre que además le contaba historias que hacían despertar su imaginación. En 1903 su familia se trasladó a Oxford, donde el pequeño William hizo sus estudios primarios. Siendo ya adolescente empezó a detestar los estudios oficiales y se interesó más por la historia de Mississippi y la lectura de los clásicos de la literatura. Repitió dos años en el colegio y pronto dejó los estudios para dedicarse a trabajar. Fue empleado bancario, bombero, pintor, cartero, además de realizar otros quehaceres. Aunque nunca dejó de ser un ávido lector. No disponía de biblioteca casera pero se las arreglaba para hacerse de libros sobre todo de novelas que fueron poblando su imaginación e incrementando su deseo de convertirse en escritor. Leyó a Charles Dickens, Joyce, Balzac, Cervantes y empezó a escribir versos y relatos.
En 1921 publicó su poemario: “Vision in Spring” y en 1925 “The Marble Faun”. Se fue a vivir a New Orleáns donde empezó a trabajar como periodista y a la vez publicó las novelas “La paga de los soldados” (1926) y “Mosquitos” (1927). El escritor recogía realidades ambientadas de ese mundo de agricultores, artesanos de la parte sur de Norteamérica. En 1929 publicó: “Sartorio” inspirada en su bisabuelo, un coronel del ejército. Faulkner construyó un mundo propio, a lo Balzac, en el que introdujo grandes dinastías. Poco tiempo después publicó “El ruido y la furia” un libro en que la primera parte está contada por un idiota, lleno de ruido y furia, que no significa nada. La historia fluye de la mente de un subnormal que se expresada en un estilo y léxico de alta cultura. La segunda parte es el chaparrón mental de un joven universitario a punto de suicidarse
Talento, disciplina, trabajo, experiencia, imaginación, constituyen los elementos básicos para un escritor complejo como él, capaz de crear universos narrativos como el condado de Yoknapatawpha, con una continua descripción de escenas increíbles, incluso violentas, de diversos personajes que se enlazan entre el pasado decimonónico y un presente rayano en la modernidad. Era novedoso su empleo de técnicas narrativas como los monólogos interiores, el empleo de múltiples narradores, los saltos en el tiempo.
Faulkner pasa de las reglas formales de la novelística –que dispone que un novelista no debe mostrar su omnisciencia más que para mantener la integridad de su obra– y, como narrador, aparece de continuo desgranando vocablos, a través de extensos monólogos expresivos, perfilando imágenes que parecen escapadas de su subconsciente, dotando a sus personajes de sensaciones tan vehementes, que para mantenerlos vivos en la ficción los hace saltar de un libro a otro, repitiendo sus comportamientos, sus pleitos, sus suertes que a veces desembocan en la fatalidad. Nos conmueve y desconcierta su forma de narrar. No lo cuenta todo de cada historia, deja como espacios vacíos, para que el lector se esfuerce y descubra quiénes son los buenos y quiénes son los malos de sus películas narradas con un lenguaje que podría ser incómodo para un lector acostumbrado a las novelas clásicas.
En 1930 publicó: “Mientras agonizo” donde describe en primera persona, con un lenguaje intenso, los pensamientos, las imágenes y sensaciones del vivir cotidiano de sus personajes. Una literatura que a muchos lectores puede confundir pero a medida que se adentra en la historia se vuelve digerible. Faulkner sólo necesitaba un lápiz, tabaco, wisky, y tiempo; poco le importaba que tuviera o no independencia económica o que su obra fuese criticada. Escribía para liberarse de sus demonios personales, de su pasado influenciado por su familia, la tierra sureña y las desavenencias raciales entre los blancos y los negros de Norteamérica. Solía leer “El Quijote” al que consideraba un libro capital en su formación literaria.
En 1929 se casó con su amor de toda la vida Estelle Oldham, adquirió una casona en Oxford y continuó escribiendo y publicando: “Santuario” en 1931, “Luz de agosto y Pylon” en 1932, “¡Absalom Absalom!” en 1936, “Los invictos” en 1938. En 1940 publicó “El villorio” donde vuelve a mostrar imágenes de vida campestre Luego: “Desciende Moisés” (1942) e “Intruso en el polvo” (1948) donde describe grotescas escenas nocturnas en la espesura del monte. En 1950 sacó de la imprenta: “Collecte stories” (Historias recogidas) libro con 42 relatos narrados con una diversidad de entonaciones verbales y de actitudes intrincadas de personajes que a pesar de todo se mantienen integrados en la unidad de forma que les estampa el narrador. En 1954 publicó: “Una fábula”, relato con ingrediente simbolista a pesar de que su obra es generalmente de inclinación realista. , “La ciudad” (1957), “La mansión” (1959), “Los rateros” (1962) entre otros libros.
Su afición al alcohol no le impedía compaginar su labor literaria con la de guionista de cine para productoras cinematográficas de Hollywood. Ganó popularidad con sus novelas de corte empírico o experimental que influyeron en muchos escritores. García Márquez y Vargas Llosa reconocieron haber aprendido del maestro algunas técnicas necesarias para sus creaciones literarias. Del movimiento vanguardista en la narrativa norteamericana Faulkner representa el corolario. En 1949, la academia sueca le otorgó el Nóbel de Literatura por su contribución a la novela contemporánea. Ganó también el premio Pulitzer en 1955 y 1962 y otros galardones literarios. El 6 de julio de 1962 falleció en Byhalia, Mississippi, dejando una obra renovadora y de alto valor estético que lo sitúa junto a Proust, Kafka, Joyce y otros grandes escritores.
Jorge Varas
11 de diciembre 2021