VIGENCIA DE LA OBRA DE MANUEL SCORZA
Manuel Scorza (Lima 9 setiembre 1928 – Madrid 27 noviembre 1983)
VIGENCIA DE LA OBRA DE MANUEL SCORZA
Manuel Scorza (Lima 9 setiembre 1928 – Madrid 27 noviembre 1983)
“Yo he dotado de una memoria a los oprimidos del Perú, a los indios del Perú que eran hombres invisibles de la historia, que eran protagonistas anónimos de una guerra silenciosa, y que tienen hoy una memoria…Tienen esa memoria, está dada ya irreparablemente y no se podrá borrar nunca, porque la han adoptado incluso los pueblos en combate…”
La lucha de los campesinos es la lucha del Pueblo y es verídica aunque la Historia oficial trate de invalidarla. En las escuelas y los colegios nos enseñaron la Historia en base a los textos delineados por el ministerio de educación en los que no se contaban las barbaridades cometidas por gobernantes racistas y corruptos que avalaron viles masacres contra comunidades indígenas a lo largo del tiempo, y esto se debe a que los profesores tampoco lo sabían.
Desde la Colonia millones de campesinos han muerto por defender sus tierras en desigual batalla contra sus opresores. El grito de libertad de Túpac Amaru II trascendió hacia la República, pero los campesinos no dejaron de ser presa fácil de los grupos de poder económico. Gamonales y latifundistas, ligados al estamento político se apoderaron del campo, se repartieron la mejores tierras y relegaron a los campesinos a la condición de serviles o gentes sin tierra que remontaba los Andes buscando un lugar donde establecerse.
En 1955, el joven escritor Manuel Scorza, que había sido deportado por el presidente Odría, regresa al Perú tras ocho años de exilio. Su poesía es de tinte social y canta a favor de los que sufren pobreza e injusticia. El poeta se interesa en las luchas de los centenares de sindicatos campesinos que proponen una reforma agraria que les permita recuperar sus tierras y les haga propietarios de sus parcelas. Pero las violentas represiones del ejército ordenadas por el presidente Prado dejan lamentable saldo de muertos, heridos y desaparecidos.
“Los comuneros no son los invasores sino al revés; son los invadidos, son las víctimas de la voracidad de los grandes propietarios de tierras”, escribe Scorza en un diario limeño rebelándose contra la injusticia social que sufren sus compatriotas. Y añade: “Ha llegado el momento de preguntarse si los millones de indígenas que constituyen nuestras comunidades, tienen algún derecho o si para ellos existe solamente el hambre, la miseria y la violencia.”
Las palabras del escritor han vuelto a oírse tras la represión violenta contra la gente de Juliaca, Ayacucho y otros pueblos hermanos. Las protestas por la destitución de un presidente y su reemplazo por una presidenta investida por el Congreso se reprimieron de manera salvaje dejando decenas de muertos y heridos. La respuesta a Scorza parece obvia: nuestros compatriotas andinos no tienen derecho a protestar ni a ser oídos, y están condenados a una existencia acallada por la pobreza y la violencia.
Se impone la ley del más fuerte en la rivalidad histórica entre la elite política centralizada en Lima y las comunidades del interior del país. Para los gobernantes los campesinos son invisibles, como Garabombo, o si se les atisba manifestándose por las calles se les acusa de terroristas. Los campesinos aunados retoman el “Cantar de Agapito Robles” en la lucha contra la impopular Dina Boluarte, recorren una etapa más en su lucha por sus reivindicaciones sociales oyendo aquella voz fraterna. No es la voz de un Julius ni la de un Pantaleón, es la voz del Pueblo en cuyo nombre habla Manuel Scorza el hermano comprometido que anhelaba un mejoramiento en sus condiciones de vida.
La voz de Scorza resuena en el corazón de los campesinos que vienen a la capital a pedir la renuncia de Dina Boluarte, el cierre del Congreso y nuevas elecciones generales. El país se estremece temiendo una nueva violenta actuación de los policías armados que rodean los principales palacios gubernamentales. Y en la pugna callejera, la fuerza bélica vuelve a imponerse. Los ponchos y sombreros vuelan ante los cañones que vomitan balas, los manifestantes retroceden entre un mar de bombas lacrimógenas aunque siguen ondeando sus banderas y entonando sus consignas.
Para la controvertida mandataria esta gentes provincianas son enemigas de la democracia e indignas de dialogar con ella. Y les impone el látigo, con la misma fuerza con la que desde hace siglos las autoridades políticas han maltratado y eliminado a los indígenas que claman por que haya justicia en el país. Las diversas Tomas de Lima, en las que también participan estudiantes y trabajadores de la ciudad con idénticos reclamos al de los campesinos, han sido dispersadas con dureza.
Scorza escribió la balada de la guerra de los pobres; La “Guerra Silenciosa” que constituye una de las cumbres del realismo mágico. No tuvo necesidad de inventarse un Macondo ni personajes de ficción para sus novelas. Toma a Rancas, pueblito serrano, con personajes de carne y hueso, como símbolo de una realidad cruel y delirante que va moldeando con la magia de su pluma. Denuncia los atropellos cometidos por malas autoridades y el abuso de compañías transnacionales contra los campesinos. Lo hace luchando como un campesino más, y estas absorciones le facilitan la reconstrucción de hechos significativos que pule con su arte literario, hilvana sus relatos con frases antológicas, versos poéticos y metáforas filosóficas. Valora la Literatura considerándola un Tribunal Supremo capaz de impartir justicia a los pueblos marginados.
La obra literaria de Scorza también fue silenciada en el Perú por motivos no literarios. Pero ahora vuelve a brillar como una luz que refresca una memoria casi perdida. “El Jinete Insomne” vuelve a cabalgar deteniendo el tiempo y el espacio para entrelazarse con los campesinos que se organizan para seguir luchando contra lo que consideran injusto. Los pasajes narrados en “La Tumba del Relámpago” resurgen en la realidad anclada en el abuso y las diferencias sociales. La lucha de los campesinos supera al mito, es palpable y justa, aunque el actual Gobierno pretenda hundirla por la fuerza en el olvido.
Manuel Scorza representa la voz y memoria de los campesinos, a los que defiende con toda su energía. A pesar de su prematura muerte, a los 55 años, en un trágico accidente de aviación, este recio paladín social y cultural desvela una parte importante de nuestra Historia completando así con magisterio uno de los mejores ciclos de la novela peruana del siglo XX. Su obra literaria, traducida a más de 40 idiomas en todo el mudo, rica en su vastedad artística, social y humana, mantiene vigencia y su figura se agiganta con el paso del tiempo. Es reconocido como uno de los grandes escritores contemporáneos.
Jorge Varas
Barcelona 27 agosto 2023