ECOS DE "EL ERMITAÑO"
En la inmensa Pampa desolada
migrantes sin techo se instalaron
el 7 de junio de 1962 . La historia
del barrio de esteras surge de voces
que el viento trae como ecos de vida
mezclada con adolorida esperanza.
Padecieron violento desalojo.
La policía los obligó a replegarse.
Aferrados, como bloque humano,
resistieron, por la avenida Túpac Amaru
Y, junto a las vías del ferrocarril,
ECOS DE "EL ERMITAÑO"
En la inmensa Pampa desolada
migrantes sin techo se instalaron
el 7 de junio de 1962 . La historia
del barrio de esteras surge de voces
que el viento trae como ecos de vida
mezclada con adolorida esperanza.
Padecieron violento desalojo.
La policía los obligó a replegarse.
Aferrados, como bloque humano,
resistieron, por la avenida Túpac Amaru
Y, junto a las vías del ferrocarril,
tres inocentes pequeños se volvieron
mártires del Movimiento de Pobladores.
Los Héroes del Ermitaño
tras un acuerdo con las autoridades
retomaron sus lotes con ilusión
Y mientras velaban sus sueños.
plasmaban con propias manos
sus viviendas en el terreno asignado.
Tobogán de calles empedradas
y polvorientas, entre los cerros,
por donde jugaban los niños
que con mágicas sonrisas
convertían el rústico suburbio
en divino oasis de alegría.
En la honda soledad del paisaje,
los pobladores montaban la guardia,
vigilando sus viviendas erigidas
en los recodos de la abrupta Pampa.
A ratos los estremecía el llanto
desgarrador de alguna criatura enferma.
La muerte acechaba por doquier
y debían ser fuertes. Resistir era el lema
repetido en la penumbra.
Hacia el Este, la silueta de casitas
encaramadas a los cerros de Tahuantinsuyo
y las faldas de la Pampa de la Cueva.
Hacia el Sur, la gran Urbe por conquistar
Sí. Aunque se alumbraran con velas,
y aplacaran la sed con agua racionada
aunque escasearan los servicios comunales,
y vivieran rodeados de pobreza,
llegaría el día que la harían suya.
Barrio de luz y sombra
donde el amor y la alegría
se hermanaban con el sufrimiento.
Allí también morían niños,
por falta de atención médica,
en brazos de sus padres desesperados.
En Navidad, Papa Noel,
un vecino disfrazado, alentaba a los moradores
y sus dirigentes asociados. La tenaz labor
cosechó frutos en 1964. El Ermitaño obtuvo
reconociento gubernamental al integrarse
al populoso distrito de Independencia.
Con la autogestión advino el desarrollo
comunal. Se montó la Posta Médica, el Mercadillo
La Escuela primaria. Y con apoyo estatal
se crearon varios Colegios, la Comisaría
entidades sociales y culturales.
El Ermitaño despegó en el Cono Norte.
Postes eléctricos iluminaron las calles,
el asfaltado propició el paso de microbúses.
Las tiendas abiertas con diversos artículos
atrajo a consumidores y comerciantes foráneos
Hasta turistas empezaron a llegar indagando
por La Bella Durmiente y los restos arqueológicas de la zona.
El anhelado porvenir parecía haber llegado.
El poblado, con todas sus asociaciones de vivienda,
logró anexarse al casco urbano metropolitano
limeño. Y ubicado cerca al gran polo comercial
de Maga-Plaza, inaugurado en 2002, con hipermercados
restaurantes, salas de cine y todo tipo de negocios.
Inolvidable ciudadela infinita,
donde latieron con furor sienes y corazones
bravíos. Atrás. quedó el arrabal.
Las casas se ven diferentes con adobe y ladrillo.
Y, aunque en las lomas sinuosas aún destacan
Asentamientos, El Ermitaño ha mejorado.
Aguerridos habitantes de raíz provinciana,
con escasos recursos, pero con fuerza y dignidad,
vencieron al infortunio en aquel descampado abrumante
. Y ya en su destino, con su valioso trabajo
y aportación económica, social y cultural,
diversifican la vida en la capital del Perú.
Barcelona, 6 febrero 2019