ALMA ADMINISTRATIVA

Atentas las manos administrativas
en local criadero de nervios, allí donde siempre repican
encargos y voces jerarquizadas.

La administrativa esmera el alma y corre,
cual rutinaria avestruz,

entre muros plagados de normas,
y espera a la vez consideración.
Agobiada, desde el rincón parcelado,
atisba su número en la lista codificada.

Su esperanza escapa de la congruente

plataforma de seres,
máquinas y legajos destinados al polvo.

Y, decide esquivar el arduo trabajo,
busca la luz que alienta el alma púdica.

Y renace su dorada ilusión por la vida.


(Barcelona, octubre 2002)